2 julio, 2017
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Abrazo murguero de color y calor

 

 

*Crónica colectiva, construida por Facu, redactor del barrio Yapeyú y los comunicadores del flamante taller de periodismo de Los Cortaderos, Marianela, Melina, Alejo, Sofía, Facundo, Lautaro, Misael, Celina, Serena, Kevin, Gastón, Ezequiel y Agustín.

 

El 20 de junio pasado, día de la bandera argentina, no solo el celeste y el blanco pisaron Los Cortaderos: llegaron todos los colores. Así, le hicimos frente al frío con un gran encuentro murguero, junto a nuestros poderosos compañeros del barrio Yapeyú.

 

Detrás de un día inolvidable, hubo muchísimo esfuerzo y organización. Desde las dos asambleas pensamos que sería bueno encontrarnos una vez más. En mayo tuvimos el Encuentro de Fútbol Popular en el Yape y gritamos juntos “¡Ni un pibe menos!” en el Centro Cultural Córdoba. Pero aún no nos habíamos encontrado con parches y banderas de por medio.

 

El 14 de junio recordábamos, una vez más, el nacimiento de Ernesto Guevara. Ese gran referente que nos enseñó que, aunque no seamos parientes cercanos, la indignación que nos producen las injusticias que vivimos a diario, nos hace compañeros. Entonces, pensamos: “¿Y si hacemos una consigna con la frase del Che?”. Y así fue: “Si el presente es murga, el futuro es nuestro”. 

 

El encuentro constó de varios talleres: practicamos los tradicionales pasos murgueros, al ritmo de bombos y redoblantes que sonaban desde el espacio de percusión. Otros, nos sumamos al baile con banderas, que no opacó al “armado de canciones”, para ponerle letras a tanto movimiento.

 

Llegó el mediodía y consigo trajo al hambre, que desactivaron las vecinas con un guiso de fideos delicioso. ¡Pero pájaro que come, no vuela!

 

Luego de almorzar, nos esperaban nuevas actividades. En dibujo hicimos algunos diseños con los cuales nos pintaríamos el rostro en el taller de pintura. La tarde iba pasando ¡y nosotros continuamos poniéndole calor al frío y color a la jornada!  En la cancha, reemplazamos las banderas por pelotitas y, aunque a algunos nos costó, aprendimos a hacer malabares. 

 

Se hicieron las cinco de la tarde y nos reencontramos para la ronda de cierre. Mientras charlábamos de cómo la habíamos pasado, merendamos alfajores, pan con mermelada y té. Nos fuimos casi sin voz, pero con la energía multiplicada, a puro ritmo murguero, baile y cantos poderosos.

 

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