21 julio, 2017
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«Estamos en huelga de hambre, hasta que podamos trabajar para comer»

 

Por Susana Cardoso, operadora cordobesa de trolebús despedida por protestar

 

En 22 años de ser operadora de trolebuses, nunca pensé vivir esto que estoy viviendo ahora. Yo le digo a mis compañeras que esto  parece una película de terror, como la de Freddy. 


Si te dormís, te matan.


Estoy frente a la Municipalidad, en huelga de hambre desde hace exactamente una semana, junto a mis compañeras Graciela Galera, Viviana Chiatti y Viviana Gómez, defendiendo nuestras fuentes de trabajo. A nosotras, como a 168 trabajadores en total, nos despidieron no por robar, si no por defender nuestro salario, para lo cual el pasado mes hicimos un paro que duró 8 días.


Nosotros protestamos, porque nos querían ofrecer el 8% de aumento hasta fin de año: no es nada, comparado con la inflación. Es una burla.


Mi mamá y mi papá son grandes, y me preguntaban por qué hacíamos paro, porque hay una parte de la sociedad que no comprende. Pero, ¿cómo podés reclamar de otra forma? Nuestras delegadas plantearon en la legislatura provincial el proyecto de “botón cero pesos”, para que en lugar de hacer paro, podamos protestar haciendo circular las unidades, pero sin que los usuarios deban pagar. Nadie quiso tratarlo, aduciendo que nos perjudicaría a las trabajadoras.


Sin embargo, cuando levantamos la medida de fuerza, el intendente de Córdoba, Ramón Mestre, puso gratis el boleto por dos días.


O sea, los trabajadores no podíamos hacerlo, pero cuando se trata de deslegitimar nuestra lucha, sí que se puede.


¿En qué quedamos?


Para colmo, Jorge Kiener, de la UTA nacional que intervino la filial cordobesa del sindicato, nos chantajeó: dijo que fuéramos a votar el desafuero de nuestros delegados en la asamblea que se hizo el viernes 14 de julio, y así nos devolvieran el trabajo. Nosotras no quisimos ir, porque no queremos cargar con el peso de la expulsión de nuestros compañeros. Hace 6 días que estamos en huelga de hambre.


Y nada nos asegura que vayamos a recuperar así nuestro trabajo: en la empresa de trolebuses, TAMSE, hubo 66 despedidos: varones, sólo fueron 5. Las demás, son mujeres.


Despidieron a la mitad de las conductoras de trolebuses.


Y eso, repercute en los usuarios: frecuencias más largas, de media hora de espera.


¿No deberían ponerle una multa a las empresas? 


¿No deberían obligar a las empresas que las frecuencias fueran de 10 minutos? 


¿No deberían volver a tomarnos a nosotras?


No quieren hacerlo, porque quieren de a poquito, ir eliminando el trolebús y eliminar nuestros trabajos. Como siempre, priman los negociados que hacen entre la Municipalidad y las empresas, que perjudican al usuario y a los trabajadores.

 

¿O dónde fueron a parar los 7 mil millones de pesos en subsidios, que las compañías de transporte público reciben del Estado, mientras el boleto aumenta y el servicio empeora?


Vamos a dejar de comer, hasta que nos respondan.

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