* Por Rosa Schoenfeld,
madre de Miguel Bru, desaparecido en democracia.
Hoy, justo hoy, se cumplen 24 años del día que nunca terminó, 24 años lejos de mi hijo, 24 años de otra desaparición forzada. Y sí, siempre que se aproxima esta fecha me cuesta mucho seguir, decir, escribir, mantenerme fuerte. Se vienen a mí los peores recuerdos y las emociones indescriptibles de aquel momento, cuando me dieron la noticia más triste que una madre puede recibir. Me acuerdo de Miguel, claro. Pero también recuerdo a los estudiantes y las autoridades de la Facultad de Periodismo de La Plata, donde él cursaba, esos compañeros que nunca se cansaron de gritar, a pesar del tiempo que ha pasado…
Ahora debemos acompañar,
a la familia de Santiago Maldonado.
Toda nuestra larga batalla derivó finalmente en el juicio contra los policías Walter Abrigo y Justo López, condenados a cadena perpetua en 1999, por las torturas y la desaparición de mi hijo, además de una pena de 2 años para Juan Domingo Ojeda y Ramón Cerecetto, por haber borrado su nombre del ingreso a la comisaría. Sin embargo, la pesadilla no acabó allí: desde aquel entonces, hubo mucha negligencia de la Justicia y muchísimas noches de una angustia desesperante. De hecho, en 2014, le otorgaron la condicional a López y luego curiosamente se «extravió» el legajo… Pero luchando, empujando con toda esa presión social que ejercimos y supimos sostener, no sólo apareció: logramos que volviera a la cárcel.
Ahora, casi un cuarto de siglo después de perder a Miguel, no puedo creer estar acá, escribiendo estas líneas para visibilizar la desaparición forzada de Santiago Maldonado, porque sí, cada vez que lo escucho nombrar revivo todo lo que sentí, la bronca, la impotencia. ¡El Gobierno Nacional debe hacerse cargo! Y no mirar para otro lado como lo viene haciendo. Pues lamento profundamente las palabras de la ministra Patricia Bullrich, desligando a sus Fuerzas de toda responsabilidad. Más desidia, más indiferencia, más cinismo, que nos hace retroceder, mientras deja en evidencia tanta hipocresía…
Nos vuelven a desaparecer, cada día. Y por eso, desde acá, con este grito transformado en carta, va nuestra solidaridad y nuestro mensaje de esperanza para los afectos de Santiago, como emblema de tantas y tantos desaparecidos durante gobiernos democráticos. Debemos unirnos, sin distinción de colores, ni banderas políticas, para defender los Derechos Humanos, porque cuando nos desaparecen a uno, nos desaparecen a todos, en las narices del Estado…
Somos Miguel Bru.
Y Santiago Maldonado.