* Por Dolly Demonty,
madre de Ezequiel, asesinado por la Federal.
Igual, sí, exactamente igual: a mi hijo también lo encontraron “ahogado”. Mismo crimen y mismo show, porque la Policía que lo mató también se ocupó de difundir falsas versiones, replicadas al instante por los medios de comunicación. Pues así suele instalar sus mentiras. Ahora, a medida que pasan los días, me van cayendo las fichas conocidas con las novedades sobre Santiago, ¡y me genera tanta bronca! En especial, los manejos del Estado. Pues cuando vi las primeras noticias sobre la aparición del cuerpo, no aguanté y me puse a llorar, conmovida.
Volví a ver a mi nene ahí,
en el Riachuelo, sin vida.
Al difundirse las fotos filtradas desde la morgue, uno de mis hijos me dijo: «¿Te acordás cuando estábamos viviendo la misma situación, esperando hasta el último momento para confirmar si era y cómo nos costó aceptar la noticia?». A diferencia de lo que sucedió esta vez, Ezequiel apareció a la semana y al final logramos hacer justicia, pero la voluntad política del Gobierno no contribuye para llegar a ese fin. Sinceramente, ojalá me equivoque, pero Patricia Bullrich dejó bien clarito que no querían encontrarlo, no sólo por esos actos fallidos que suelen ser sus aciertos, sino también porque dijo explícitamente que no pensaba “tirar a ningún gendarme por la ventana”, cuando la responsabilidad de esa Fuerza en el crimen es clarísima. No entiendo cómo todavía sigue en su cargo, no me entra en la cabeza cómo puede gozar de semejante impunidad, frente a millones de testigos.
No sólo gobiernan para pocos,
gobiernan para sus amigos.
Aun ante tanto dolor, no debemos minimizar el accionar repudiable de las empresas mediáticas, que tergiversaron cada información y se pelearon por la primicia, sin pensar jamás en el dolor de una familia, que también es la mía. Como si no les alcanzara con todo el mal que hicieron desde el 1 de agosto, buscan embarrar la cancha culpando a la comunidad mapuche de haber plantado el cuerpo, entre otras fábulas. Pero frente a esta embestida, nos van a encontrar de pie, acá, exigiendo respuestas y acompañando a esa madre. ¡Hay que salir a la calle, para gritar!
Porque parece imposible,
pero creéme que también te puede pasar.
Hoy, como sociedad, debemos agregarle «Maldonado» a nuestros apellidos, para cargar entre todos esa angustia inmensa que cae sobre sus familiares y amigos, personas íntegras a las que admiro con el alma por cómo llevaron adelante esta lucha, ¡qué fortaleza y qué dignidad! Sólo así se puede defender la imagen de Santiago, con tanto amor. ¡Fuerza, querida Stella! Somos muchas y muchos a tu lado. Y yo, personalmente, me veo reflejada en tus ojos, mientras te abrazo a la distancia, hasta fundirnos piel con piel: nuestro abrazo es el abrazo de Santiago y Ezequiel.