* Por Santiago Magrone,
delegado de la Agencia DyN.
De la preocupación a la profunda angustia. Del trabajo a la asamblea permanente. Del puesto de laburo a la calle. Así pasamos las últimas semanas las compañeras y compañeros de la agencia DyN, un equipo consolidado hace alrededor de veinte años con casi cien periodistas, administrativos y técnicos que perderemos lo que tanto escasea por estos días. Hace tres meses había comenzado a circular la versión del cierre: un rumor que ni Recursos Humanos ni el presidente de la empresa fueron capaces de afirmar o negar. Y nadie puede vivir en semejante situación de transición.
Eso bien lo saben, Clarín y La Nación.
Ambos diarios, junto a La Gaceta de Tucumán y el periódico Río Negro, son los principales accionistas de la empresa que hoy, aduciendo dificultades financieras, determinan bajar la persiana de nuestra agencia. El ajuste empezó dos años atrás, con la falta de reemplazos de los compañeros jubilados, achicando el plantel y sin invertir en tecnología. Sin embargo, los responsables son viejos conocidos, grupos poderosísimos, poseedores de numerosas compañías dentro del ámbito de las comunicaciones. Si hay empresarios que no están atravesando una crisis, son ellos.
Y si hay laburantes que sufren sus atropellos, somos nosotros.
Con el cierre de DyN perdemos todos, pierde el periodismo y pierde la verdad, porque la concentración en pocas manos significa la monopolización de la información. Y esto representa otra gran falta de la democracia. La desaparición de más y más medios achica la diversidad de voces que se alzan, de las voces que se escuchan, de las gargantas que luchan. Por eso, desde la comisión interna del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) hicimos una denuncia concreta ante el Ministerio de Trabajo, pidiendo su intervención, porque estamos a las puertas de otro despido masivo, cien trabajadores más que se sumarían a otros 2500 en sólo dos años: un verdadero desastre para el gremio de prensa. Y si acaso fuera indefectible el cierre, exigimos que los accionistas se hagan cargo de los trabajadores desocupados.
No estamos dispuestos a quedarnos callados.