* Por Pablo Piovano,
reportero gráfico baleado frente al Congreso.
Caminando, ni siquiera corriendo, iba caminando y «tomando fotografías por avenida Rivadavia», a la altura de Montevideo, mientras las Fuerzas de Seguridad «reprimían desde sus trincheras o desde las motos a los manifestantes que reclamaban contra la reforma previsional». De repente, un agente de la Policía Federal «se paró frente a mí, advirtió que tenía una cámara, me miró fijo y, sin decir absolutamente nada, descargó 13 balazos de goma sobre mi cuerpo, acribillando parte de mi pecho, mis brazos y mis dedos». No intentaba controlar ningún desborde, ni garantizar ninguna institucionalidad.
Tenía la orden de fusilar a esa realidad.
«De inmediato, atiné a resguardarme por los dolores que sentía, hasta que alguien me asistió con alcohol. Pero una vez que logré limpiarme las heridas, decidí volver», como tantos volvían. «No podía irme». Y otros miles tampoco, porque ahí «estábamos viviendo un infierno, un disciplinamiento explícito a la tarea de comunicar, como una estrategia para silenciar las voces del pueblo». Había que registrarlo, «sí o sí», era nuestro deber. «Pues no le apuntaban a mi registro documental», le apuntaban a los derechos constitucionales que poco a poco «nos van robando», sin importar el costo. Sin importar que lo pague la democracia. «Tienen miedo de nuestro trabajo y cuentan con la bendición de los altos mandos, para actuar con total impunidad».
No les molestan las fotos, les molesta la libertad.
Y entonces, hagamos panes, balances o periodismo, «este lunes tenemos una responsabilidad», 30 mil veces más pesada que cualquier miedo, porque «se juega mucho más que una jubilación»: por afuera del recinto, también están recortando el derecho a la comunicación. Por eso, «ahora menos que nunca, no podemos abandonar las calles». Allí estarán mis colegas y allí estaré yo, «nuevamente, frente al Congreso, registrando y acompañando la resistencia desde mi lugar», como reportero, fotógrafo y ser humano. Porque mientras los medios hegemónicos sólo nos engañan, muchas almas nos encontramos en la plaza y en la integridad, «entendiendo nuestro tiempo y defendiendo nuestra Argentina, aunque vivamos bajo amenaza por no aportar a la confusión».
Vamos todos a la plaza,
«porque rendirse no es una opción».
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[* Extractos del reportaje]