A partir del video que publicamos este lunes, denunciando la libertad domiciliaria del genocida Eduardo Costanzo, alguna mente brillante ha tenido la innovadora idea de adjudicarle una pulserita electrónica y una custodia en la puerta de su madriguera rosarina, para que no pasen tan inadvertidas sus tres cadenas perpetuas. ¡Qué hallazgo! Eso, ¿qué hallazgo? Ni siquiera debimos iniciar una investigación, ni montar una guardia: 10 minutos parados frente a su casa, tomando fotografías de la fachada, nos bastaron para sorprenderlo de paseo junto a su esposa, empujando el carrito de las compras. ¿A la Justicia no se le ocurrió chusmear un poco? ¿A ningún medio corporativo tampoco? Hallazgo, las pelotas: hay otros 548 represores gozando ahora del mismo beneficio, sin vigilancia, ni pulsera, ni control. ¡Y no vamos a detener las sistemáticas provocaciones, con el poder de los emoticones! Por estas mismas redes y las plataformas que manejen todos ustedes, vamos a publicar una por una sus direcciones, para cercarlos, escracharlos y llamarlos a la reflexión, hasta que pidan por favor volver a la prisión. ¿O de verdad pretenden naturalizar la Doctrina Chocobar, mientras nos vuelven a matar con total impunidad desde sus tribunales, pateando bajo la mesa nuestra verdad?
¡Control Popular a las Fuerzas de Seguridad!
Y a los criminales de lesa humanidad.