11 marzo, 2018
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Un argentino con derechos

 

 

La carta que publicamos ayer, vomitada por una abuelita que acaba de sepultar a su nieto, aturdió más oídos que ningún otro grito en la historia de La Garganta: 44.367 me gusta, 64.255 compartidos y 3.509.142 personas alcanzadas, por ese tiro en la cabeza de Facundo y esa doctrina tan extraordinaria que no lo dejó llegar a su primer día de secundaria. Pero aún así, la fuerza de tanta gente no resultó suficiente para salpicar las tapas de los dos diarios con mayor tirada del país.

 

No está lloviendo,
¡nos están haciendo pis!

 

Ni olvido, ni perdón, ni perseguido, ni confusión: otro balazo en la cabeza, en el medio de la pobreza, que tampoco fue noticia. Otro gatillo fácil de la cana, amparada por la Justicia tucumana y envalentonada por la inmundicia del oficialismo que auspicia la mala práxis del periodismo, entre versiones que se desbaratan y operaciones que matan. ¿O existe algo más inhumano que fusilar a un enano recién egresado de sexto grado, que ni tuvo tiempo de probarse la codicia o la maldad?

 

Que ni los conmueve.
Que no estremece a su moral.
Y que se vuelve noticia la edad,
porque a los 19 nos parece normal.

 

 

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