*Por Araceli Matus,
para su abuela Mercedes Sosa, en el día de su cumpleaños.
Hace poco pude conocer la casa donde naciste y creciste en Tucumán. Ya había escuchado y leído muchísimo sobre tu dura infancia, pero terminé de entender tu origen cuando te sentí ahí, pisando el mismo suelo y mirando las mismas paredes que te envolvieron. Y entonces sí, comprendí que cuando alguien realmente no tiene para comer, se genera una dimensión diferente al pensar su forma de vida.
Varias veces reflexioné sobre el instante en que nos dejaste en esta tierra tan injusta para muchos. Aquel 2009 tenía una coyuntura nacional diferente a la de hoy, donde las desigualdades se profundizan sobre los rincones más pobres de Argentina. Desde siempre te preocupó que tu canto llegara a los sectores marginados y descartados. Le cantabas a ellas y a ellos: al campesinado, a los villeros, a los pueblos originarios, a las trabajadoras. Me llena el alma enterarme que tu voz sigue girando por el mundo, sonando sobre todo en los labios de quienes reivindicabas.
Cada 9 de julio tu casa se convertía en un ritual hermoso, donde la celebración inundaba a toda la familia en esta fecha patria que te honraba a vos, tan cariñosa, divertida, ácida y ocurrente, en tu cumpleaños: ¡hoy estarías festejando los 83! Siempre voy a agradecerle a la vida que nos tocara una abuela tan joven y canchera, que entendía la tecnología más que sus nietos y que amaba la velocidad. Adorabas recorrer la Argentina en auto, sabiendo que la soberanía es la bandera y tenías la convicción de defenderla, porque estabas tan orgullosa de tu tierra que a menudo recordabas ese exilio dictatorial que te arrancó de ella.
Fuiste progresista en corazón e ideales, además de una gran feminista. Ya en los ‘60 entendiste que para evitar las muertes de mujeres pobres era necesaria una ley que regularizara el aborto. Sin dudas, como latinoamericana, militante e intérprete hoy estarías protestando como siempre lo hiciste desde tu música popular y comunista. Andarías al palo, cantando erguida ante el mundo, despotricando bien fuerte contra los que te criticaban diciendo: “Canta muy bien, lástima que habla”. ¡Y claro que hablabas! Ese fue tu camino, el de las denuncias por los dolores de tu pueblo.
Otro cumple sin voz. ¡Sin vos! Pero, ¿sabés qué? Sigo escuchándote reír a carcajadas, cantando y acunándome. Te veo mirando películas, noticieros y novelas en tus momentos de descanso. Te amo, te extraño y te siento en esos abrazos indescriptibles que sólo pueden entenderse si se imagina el amor más grande existente.
Abuela, ¡feliz cumpleaños, eternamente!