Pero aquí estamos otra vez, con los testigos de ese terror que volvió a aterrorizarnos en pleno centro cordobés, gritando que ayer, justo ayer, se llevaron a un pibe de 14 años que iba a marchar por la memoria estudiantil, después de que un policía lo cagara a trompadas por haber rozado un patrullero con la caña de una bandera y antes de que entre siete efectivos lo llevaran a una comisaría sin registrarlo, esposarlo a la cama del hospital en que sigue internado debido al traumatismo por la paliza que le propinó el grupo de tareas, y dejarlo allí durante 72 horas bajo la vigilancia de la misma Policía de Córdoba que lo golpeó.
Mientras los teóricos de los dos demonios ya están redactando eufemismos para que se lea bien la golpiza a un niño con retraso madurativo, nosotros tenemos presentes a cada uno de nuestros desaparecidos y la reciente tortura a una docente.