16 septiembre, 2018
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«Sus lápices dibujarán otra Latinoamérica»

 

* Por Mario González,
padre de César, normalista desaparecido en Ayotzinapa.

 



Hoy más que nunca, somos ustedes. Hoy somos la misma memoria, por aquella Noche del 16 de septiembre de 1976 y por esta trasnoche que todavía no terminó. Pues allí están operando, las mismas manos oscuras que intentaron borrar Latinoamérica, pero también aquellos lápices que siguen escribiendo, tanto en Argentina como en México, donde continuamos luchando para encontrar a nuestros hijos, desaparecidos en septiembre de 2014. Hoy más que nunca, todas las madres y los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa abrazamos a los familiares de los estudiantes secuestrados en La Plata.

 

Y les pedimos que no dejen de gritar, que sigan pronunciándolos poderosamente ante tanta amnesia generalizada. Porque sus voces no sólo son importantes para la historia de su país, sino para el futuro del continente.

Hoy más que nunca, sentimos en garganta propia la situación que atraviesa la educación pública de los argentinos. No sorprende, claro, porque sabemos cuánto le temen los bandidos a los frentes estudiantiles y a los colectivos docentes que avanzan conscientes, con esa inquebrantable capacidad de respuesta. Por eso los quieren callar. ¡Por eso los torturan! Cobardes, impunes, olvidan que sus guardapolvos no están solos. Que los gritos de Corina recorren América del Sur y explotan en las asambleas poderosas mexicanas, en estas tierras, en estas casas, en estas almas. Y sí, sabemos cómo se siente, porque acá también lo hemos sentido. Nos han perseguido, nos han querido comprar y nos han intentado separar, con una cizaña inhumana. Ellos tienen el poder de tergiversar la verdad. Pero ustedes tienen un poder, que se llama dignidad.

Hoy más que nunca, la podemos oler, la podemos tocar, la podemos ver. Y no, eso no cura nuestra tristeza, que todavía es muy grande, producto de cuatro largos años sin ver a nuestros hijos y sin tener una respuesta del Estado. Pero este día, esta Noche interminable, multiplicamos sus voces y sumamos un grito desesperado, junto a miles y miles de jóvenes que pagaron con represión el precio de restaurar ese legado. Por ellos, seguimos adelante, haciéndole frente a los gobiernos enriquecidos en base al sufrimiento del pueblo.

Hoy más que nunca, aunque algunos poderes quieran detenernos, la punta indestructible de todos aquellos lápices continúa escribiendo la historia grande que los mantiene y los mantendrá vivos, dibujándonos el camino para poder encontrar a nuestros 43, a los nietos que faltan y a la Justicia que nunca llegó. Arriba, hermanas y hermanos, arriba que hoy nos toca transformar el dolor más profundo en la resistencia más Poderosa del mundo.

Hoy más que nunca,
Nunca Más.