* Por Carina Maldonado,
trabajadora en la Cooperativa Textil Caracol Uno.
El miércoles 7 de noviembre junto a organizaciones compañeras convocamos una marcha en el marco de un plan de lucha a nivel nacional para pelear por nuestros derechos, y para exigir herramientas de producción para nuestras cooperativas, así como para que el gobierno municipal de Córdoba nos explique cómo carajo hacemos con la nueva suba del boleto de colectivo, que ya es el más caro del país. Por eso, teníamos planeado ir a la Municipalidad. Pero cuando llegamos bajo el puente de la Terminal, corrí porque vi que una compañera estaba tirada en la vereda: ¡la había atropellado una moto!
Hasta ese momento en el corte había un cordón policial muy reducido que desviaba el tránsito 50 metros más adelante: esa misma fuerza fue la que dejó pasar a la motocicleta, que iba a toda velocidad y que chocó a Cintia. En un momento, la policía dejó pasar una camioneta Ranger azul que conducía una mujer: mis compañeras la reconocieron como una oficial de la Comisaría Sexta. Ahí vemos que un policía de anteojos le agarró el cuello a la mujer de la camioneta: nunca habíamos visto algo así en un corte, entonces otra compañera sacó al efectivo de encima de la conductora del vehículo y se puso a hablar con la mujer para que dé la vuelta.
La mujer, cuando hizo marcha atrás en la camioneta, golpeó a un compañero y a mí. Salió de ahí y encaró para donde estaba toda la gente: cuando vi eso, les avisé a mis compañeras que se abrieran. Me agarré la cabeza… ¡porque vi que se iba encima de la gente! No sé de dónde saqué tanta fuerza para gritarles más fuerte a mis compañeras para que salieran del paso. Ver como se corrían las compañeras, cómo se caían, ver como esta mujer encaraba, fue un desastre. Terminamos siendo cuatro las personas accidentadas, y una de ellas está embarazada y por suerte no corrió ningún riesgo mayor.
Después de esto, pasaron dos cosas insólitas: la policía desapareció y casualmente periodistas de Canal Ocho vinieron a pedirnos una entrevista, que no concedimos: siempre cuentan una versión cambiada de los hechos, hablando en contra de los que nos manifestamos, y a favor de la Policía y el Gobierno.
Cuando llegó la ambulancia fuimos al hospital, me atendieron rápido y me controlaron todo, me dijeron que solo eran golpes, me dejaron internada un rato con suero porque tengo diabetes y la tensión se me había subido mucho. A mi compañera, Cintia, que está embarazada, la atienden en el pasillo del Hospital de Urgencias, le hicieron una ecografía después de que la doctora insistiera y recién ahí la llevaron a la sala.
La tuvieron en observación unas horas. Estando ahí dentro un policía entro dos veces a pedirle los datos. Al darle el alta otro policía, aprovechando el estado convaleciente de mi compañera, se le acercó y le quitó la receta médica. Afuera del hospital, otro efectivo frenó a mi compañera, para pedirle nuevamente los datos a ella y a su pareja. Para hacer la denuncia tuvimos que ir a Accidentología Vial, ya que en la Comisaría 4° no nos la quisieron tomar. Eso es claramente intencional: reciben una orden directa de arriba para ningunearnos e instalar la criminalización de la protesta.
Nosotras sabemos que nos tenemos que cuidar porque ahora tienen nuestros datos. Lo que nunca nos imaginábamos es que las Fuerzas de Seguridad justamente sean quienes nos atropellen y nos monten escenas para hacernos caer en engaños. Es que ya no saben cómo parar la fuerza de la gente unida y organizada.