La Ley de Educación Sexual Integral (ESI) fue sancionada el 4 de octubre de 2006 y es un derecho adquirido por todos los niños y niñas de nuestro país. No obstante, en gran cantidad de escuelas el programa de la ESI aún no es incorporado en sus aulas, pero en otras sí. El pasado 3 de agosto salió a la luz un hecho escalofriante en la escuela No 38 del barrio Stefenelli, en Fiske Menuco. Allí, el día anterior, una nena de sexto grado contó en un taller de ESI que su maestro la abusaba sexualmente. Así fue que luego de haber logrado poner palabras al horror, varias niñas también se animaron a contar los abusos que pasaron en manos del docente en cuestión. A raíz de la denuncia de los padres, la justicia ratificó que son nueve hasta la fecha los casos de abuso sexual por parte del maestro, quien fue separado de su cargo. La madre de una de las víctimas nos contó lo sucedido:
“Hace cinco años que da clases en este establecimiento y en todos los años hizo lo mismo. Las manoseaba, las sentaba sobre sus piernas. Obligaba a las nenas a que tocaran sus partes íntimas”.
Una de las maestras que llevaba a cabo el taller de ESI concientizaba a sus alumnas sobre la importancia del resguardo que deben tener sobre sus cuerpos, cuando una de las nenas contó lo que estaba sucediendo. La niña pidió ir al baño y en los pasillos se cruzó al maestro: “Él le dice hola, ella le dice hola profesor, él la abraza y la vuelve a manosear. Ella llega corriendo al aula y lo cuenta”.
El Estado brilla, como suele hacerlo, por su ausencia. “Comenzó una pesadilla que por lo menos las familias de las víctimas estamos transitando solas. Ninguna nena tiene apoyo psicológico. No se activó ningún protocolo por parte del Estado para atender esta situación y tampoco hubo acompañamiento por parte del Ministerio de Educación ni por parte de Salud Pública”.
Mientras el sistema judicial camina naturalmente lento, el hombre de 45 años sigue libre en las calles. “Hace una semana una de las nenitas entró con su mamá al supermercado, se lo cruza de frente y tuvo terror, tuvo taquicardia. Si los adultos tienen miedo imagínense nuestras hijas”. Además, la madre detalló que el abusador elegía a sus víctimas. «Las llamaba a las preferidas y a las que no querían ir, como en el caso de mi hija, a las que le decían que no, no me toques, no se me acerque, no me gusta, no quiero, las humillaba, las doblegaba, las hacía sentir pánico. Las chicas tienen pesadillas, no pueden ir al colegio”.
Sergio Heredia y Leandro Aparicio, abogados defensores en el juicio por la desaparición de Daniel Solano, representan a siete familias de las nueve que denunciaron al docente. Según Heredia, ya había una denuncia administrativa por abuso contra el maestro en 2015, pero asegura que, a pesar de existir esa denuncia por escrito, no hubo actuación por parte del sistema educativo: “Se miente mucho en los ministerios y en las secretarias. El modus operandi de esta provincia es el encubrimiento. Es una de las peores de la Argentina”, afirma el abogado.
“No tenemos garantías y pedimos que se asegure la integridad de nuestras hijas. El abusador no está imputado. Llevábamos a nuestras hijas a la escuela y se las entregábamos a este monstruo”, cuenta la madre de una de las víctimas que con valentía narró lo sucedido. Ella, como las demás mamás, no puede contener el llanto de la impotencia que arremete contra sus corazones. No obstante, reconoce la fuerza que da la unión en medio del terror y la desolación: “Estábamos solas y aisladas, pero a partir del momento en que nos encontramos todas las madres de las víctimas la fortaleza es otra”.