*Por Marcelo «Pipí» López,
amigo de Ismael Lucena, y víctima de violencia policial
El 9 de noviembre del 2011, por la tarde, fuimos con Ismael a lo de una amiga. Cuando volvíamos hacia nuestras casas, alrededor de las 23:30, vimos que dos personas nos seguían, pensamos que nos iban a asaltar y empezamos a correr. Llegamos hasta un kiosco para pedir ayuda, pero estas personas nos alcanzaron, y mientras nos decían “chorritos”, nos golpeaban. En ese momento nos dimos cuenta de que eran policías de civil. Ismael me cubría y le gritaba que no me peguen, porque tengo una placa de platino en la cabeza que me colocaron tras sufrir un accidente, pero a cambio, le dieron un culatazo a él. Después de la golpiza, nos llevaron en un móvil a la comisaría de Las Talitas, y luego de obligarnos a declarar que habíamos sido víctimas de un asalto para no quedar detenidos, nos dejaron a unas cuadras del Dispensario de El Colmenar. Sin embargo, por la gravedad de la herida que Ismael tenía en la cabeza, fuimos al Centro de Salud y de allí lo trasladaron al Hospital Padilla, donde falleció la madrugada del 10.
Con Isabel de la Cruz, cuñada de Ismael, al principio íbamos todos los días solos a Tribunales. Era muy feo, porque nos ninguneaban y no avanzaba la investigación. De tanto andar e insistir, con el acompañamiento de las organizaciones sociales, logramos cadena perpetua para Mondino Becero, quien lo mató. Recuerdo que el día de la sentencia no podía controlar mis nervios, tanto como cuando declaré, y señalé al asesinado. Fue increíble la sensación de lograr justicia.
En estos siete años, pareciera que todo empeoró, ¡cada vez hay más casos de gatillo fácil! Hay personas que no denuncian por miedo. La policía hace lo que quiere en nuestros barrios, se siente protegida, son zonas liberadas por el Estado. Que la ministra Patricia Bullrich defienda públicamente al oficial Chocobar, ¡es tremendo! Y habla por sí solo. El asesinato de Facundo Ferreira, de un tiro en la nuca por la espalda, también es un ejemplo claro de la valoración que tiene esta Justicia. Uno de los policías imputados cayó preso por haber robado una cartera, luego de haber sido denegada la prisión preventiva por el asesinato de Facu. Las fuerzas no deberían estar para esto. Pero a pesar de todo, no hay que temer, la verdad sale a la luz, y las mentiras que los medios de comunicación hegemónicos difunden sobre nuestros barrios se van cayendo.
A las familias de las víctimas de gatillo fácil les digo que es duro, pero en el camino nos encontramos, nos brindamos apoyo y salimos a luchar. No hay otra forma, si nos sentamos a esperar no lograremos nada. Siempre pensé que nos debíamos unir todos los familiares, como en la última marcha contra el gatillo fácil en Tucumán.
Mientras más seamos en las calles mejor, ¡ahí se conquistan las luchas!