La “Biblioteca Popular de Cultura LGBT+ Ayelén” fue inaugurada en julio de este año en San Miguel de Tucumán. Una idea que se fue germinando desde el Centro Educativo Trans de Puerta Abiertas (CETrans) con la idea de fortalecer dicho establecimiento educativo, y se hizo realidad a través de un convenio con la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia que otorgó la “Casa Coronel”, un espacio de derechos humanos, como lugar físico para el funcionamiento de la biblioteca en uno de sus ambientes.
La biblioteca lleva el nombre de Ayelén Gómez, una compañera trans de 31 años que fue asesinada el 12 de agosto del año pasado y cuyo cuerpo fue encontrado debajo de una tribuna del Club Lawn Tennis. Ayelén hoy es una bandera de lucha para el colectivo trans de Tucumán, un colectivo que a nivel nacional tiene una esperanza de vida de 35 años.
“Les que estamos sentades aquí nos consideramos sobrevivientes. Por la discriminación y exclusión que hay en la sociedad, principalmente, las chicas trans están muy expuestas a ser víctimas de cualquier tipo de violencia. La muerte de Ayelén fue la gota que rebalsó el vaso”. Explica Fabio Martínez, quien con 20 años empezó a estudiar el profesorado de filosofía, es militante e integra el equipo de la biblioteca después de haber descubierto cuál era su identidad y haber conocido sus derechos, cuando el director de la biblioteca le facilitó toda esta información, como el cambio de nombre, proceso en el cual acompañó a Fabio.
Aquí los libros son una excusa para el encuentro. Hallamos más que solo bibliografía que no hay en otros lugares de la provincia, también encontramos historias, sueños y luchas. Las personas que participan e integran este equipo de trabajo, sienten este espacio como su casa.
Andy Díaz, secretaria de la biblioteca, cuenta sobre su participación: “Trabajar en la biblioteca es una actitud política, acompañamos y contenemos a todes les chiques que se acercan a este espacio. La exclusión familiar existe indirectamente para todo el colectivo. Aquí generamos un vínculo familiar y así se va deconstruyendo el vínculo de mandato parental”.
La propuesta de este equipo es generar un espacio de lectura y sensibilización sobre temas de diversidad de género, como también un ámbito de organización para el colectivo LGBT+. En el lugar actualmente se reúnen personas trans para debatir cuestiones como la ley de cupo laboral trans y el acceso integral a la salud. También es el sitio de reuniones de «Transformando familias Tucumán», una organización de padres, madres, amigas de niñxs y adolescentes trans. Los ciclos de cine debate también se hacen presentes.
“La biblioteca es concurrida por docentes de secundaria, investigadores de la universidad, tías, madres y abuelas de chiques LGBT, agrupaciones del colectivo, y de repente el libro se transforma en una especie de excusa”, describe el director del espacio, Fabián Vera Del Barco, y sigue: “una excusa para juntarse y reunirse, porque también hacemos presentaciones de libros, charlas, talleres literarios, todo lo que hace una biblioteca popular, con la función de ser un centro de cultura popular”.
De organización horizontal y autogestiva, la biblioteca cuenta con suficiente material sobre la diversidad sexual para toda la sociedad, las puertas de laBiblioteca Ayelén se encuentran abiertas para todo el público de lunes a viernes de 16.30 a 20.30, también los martes y jueves por la mañana. Cualquiera puede asociarse por $100 mensuales, y llevarse hasta dos libros por semana.
Y como todo espacio de lucha y resistencia, aquí también saben lo que trae la derecha cuando está en el gobierno y pone en marcha toda su maquinaria neoliberal: “Ser puto, ser torta, ser trava y ser pobre, es todo un objetivo de represión en las políticas neoliberales, que se nutren de la concentración del poder y la economía, y de la exclusión social”, afirma Fabián Vera y concluye: “Cuando esos sectores excluidos intentan luchar por sus derechos, tienen todo el armado represivo de los estados neoliberales. Siempre recuerdo a Diana Sacayán (nacida aquí en Tucumán) que se reconocía como negra, india y traba. El entrecruzamiento que se genera al venir de sectores populares o villeros donde no tenés cloacas ni agua, o donde la policía entra todo el tiempo, cuando además te empezás a construir como travesti, o como un chico trans o como una lesbiana o como puto, son entrecruzamientos ante los que las fuerzas de seguridad se ensañan más todavía”.
Por eso continuamos en la lucha contra el estigma de ser trans y ser pobre, en la lucha por no ser invisibilizades y reclamando por nuestros derechos.
¡Seguimos gritando por espacios populares que empoderan al colectivo LGBT+!