7 diciembre, 2018
,

Llamen a mis periodistas

 

 

Si le dieran a los familiares de tantas pibas quemadas, violadas, ahorcadas, acuchilladas, empaladas o enterradas, un ratito del tiempo, la bola y el oído que le dieron en televisión al violador Rodrigo Eguillor, tal vez tendrían un cachito menos de cinismo y un poquitito más de credibilidad.

 

No se llama periodismo.
Se llama complicidad.