1 diciembre, 2018
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Ranchillos, en un estado olvidado

 
 
 
La comuna rural que pertenece al departamento Cruz Alta, en la Provincia de Tucumán, a solo 24km. de la Capital, «Ranchillos» es conocida en la región como «La Capital del Carnaval», por el gran evento festivo que se realiza allí durante los meses de enero, febrero y marzo. 
 
 
Sin embargo, este año para muchos y muchas no hubo nada que festejar. En enero, una fuerte tormenta dejó sin nada a los vecinos de distintos barrios, como a los del Espíritu Santo, uno de los que se encuentra a escasos metros de la avenida principal de la ciudad.
 
 
Marta Viviana Suárez, de 33 años, es una de las vecinas que vivió toda su vida allí. Nos cuenta que después de 10 años sin inundaciones, el 25 de enero, la lluvia los afectó de una manera terrible. Perdieron todos sus bienes porque se inundaron más de un metro y medio todas las casas. Nos contó que «el agua venía con fuerza rompiendo tapias, pedimos que corten la luz porque corríamos peligro todos acá, pero nadie nos escuchó, no hubo una muerte de casualidad».
 
 
«Ahora que se viene el tiempo de lluvias, no quiero imaginarme como va a ser volver a perder todo», nos dice preocupada Luciana Morales, de 21 años. Ella vive con su familia al costado de uno de los canales que rodean al barrio. Y su preocupación sigue sin solucionarse porque el Delegado Comunal, Alberto Antonio Pino, jamás dio la cara, y a cambio, la única respuesta que recibieron fue que la culpa es de ellas por haberse ido a vivir ahí. Las vecinas denuncian que él no quiere recibirlas en la Comuna, y que tampoco se hace presente en el barrio. 
 
 
 
De todas las cosas que perdieron, como heladeras, camas, y muebles, no pudieron recuperar nada. En la situación de emergencia, del Estado solo recibieron un colchón por familia, y un bolsón de mercadería. La realidad económica de las vecinas y vecinos del Espíritu, como la de otros barrios de la zona, es muy complicada. La mayoría trabaja en la cosecha de limón y arándanos, que son trabajos estacionales de dos o tres meses, y luego se quedan sin un ingreso económico fijo, apelando a las changas para sobrevivir el día a día. Por este motivo, las vecinas nos cuentan que es muy difícil remontar desde cero cada vez que llueve fuerte, porque no tienen a dónde ir, y porque las pérdidas materiales son irrecuperables.
 
 
«No pedimos mucho, queremos que nos escuchen, que venga un ingeniero, y se hagan las obras. Son cosas simples las que hay que hacer, lo que falta es voluntad», concluye Marta, quien lleva adelante un merendero en su casa, donde según nos cuenta, acuden cada vez más niños debido a la creciente necesidad de comida.
 
 
El problema «es de fácil solución», acuerdan entre las vecinas presentes, «solo necesitamos voluntad política e inversión en infraestructura». Existen dos canales, que son el DP1 y el DP2, pero ninguno tiene la profundidad necesaria para llevar la cantidad de agua de las lluvias, y además están tapados de basura. Sumado a esto, otro de los canales fue cerrado por los dueños de la finca lindante, donde plantan soja, provocando que el agua se estanque, sin ninguna llamada de atención por parte de las autoridades. 
 
 
Las vecinas denuncian que después de las inundaciones de enero, un grupo de obreros de la comuna sólo sacaron un poco de tierra de uno de los canales, lo cual no es suficiente para evitar inundaciones. Y hace algunos meses, al lado del barrio, y a la par de la Avenida, en una zona tan inundable pero visible para quienes pasan por Ranchillos, comenzaron las obras de una placita que cuenta con banquitos de cemento, y un corredor. Por eso piden al delegado que no gaste plata en obras de fachada que no resuelven las problemáticas de la gente, sino que escuche a los barrios, que lleve gente capacitada, evalúen el terreno, y den una solucion definitva.
 
 
En Ranchillos, los vecinos del Espíritu no duermen si se aproxima una tormenta, porque siempre esperan lo peor. No pueden planificar sus vidas ni proyectar a futuro. Y mientras esto sucede, las autoridades hacen la vista a un lado.
 
 
No queremos un pueblo olvidado por el Estado.
 
 
¡Arreglen esos canales de una buena vez! 

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