Mi hija estaba por cumplir 17 años, ella era una belleza, una niña que me hacía siempre los mandados, una chica que le gustaba quedarse en casa, en Villa Basilio Nievas, de la localidad sanjuanina de Zonda, y cuidar a sus hermanas cuando yo tenía que ir a trabajar, si Talía me veía triste, me decía que vaya a pasear para distraerme.
El día 16 junio del 2016, su ex pareja y su femicida, Ángel Morales, la llamó y no sé si la amenazó o el amor que ella le tenía fue lo que la hizo ir hasta él. Esa noche yo me había tomado una pastilla para descansar porque estaba depresiva por la muerte de mi papá quien había fallecido dos meses atrás. Al día siguiente cuando desperté, Talía no estaba. Hice la denuncia en la comisaria 14 de Zonda y di el número del cual la habían llamado, pero me dijeron que no podían hacer nada hasta que pasaran 72 horas y yo les dije que a mi hija le había pasado algo, porque ella no era de hacer esas cosas, no era de escaparse, así que yo siempre les apunte a él, su ex pareja.
Con mi otra hija empezamos a buscarle plata, el documento, ropa, pero estaba todo, Talía no se había escapado. Morales, un año antes de matar a mi hija, ya la había intentado apuñalar en la escuela, donde intervino el Juez Toro Mario Jorge, el mismo que tiene la causa ahora, quien entregó a Morales a su madre en ese momento, porque él era menor, con la condición de que estuviera a 100 metros de distancia de ella, perimetral que violó incontables veces porque vivían muy cerca pero con denuncia y todo, aún así, él me la mató.
Luego de 5 días intervino la Central de la Federal, me pidieron el número del que le habían llamado a Talía y me mostraron una foto de Ángel, yo les dije que era él. Me dijeron que me iban a entregar a mi hija, pero no con vida, porque mi hija había sido encontrada en una plantación de olivos, a cinco cuadras de mi casa, después de cinco días y medio que llevábamos pidiendo que aparezca, acompañada con familiares y amigos y con Ángel Morales, sí, su asesino. Mi mundo se desmoronó.
El día miércoles 18 de noviembre cuando yo estaba marchando por mi hija, supimos que él estaba libre y que estaba libre desde hacía un mes. El Juez Toro me dijo que lo habían liberado porque ya había cumplido su condena en el Nazario Benavidez, un instituto donde están los menores en conflicto con la ley, y que al ya ser mayor de edad, no lo podían tener más, por lo que lo mandaron a su casa.
Al día de hoy, el juicio por Talía no comienza y aún, después de 2 años y 7 meses de no tener a mi hija, el Juez Toro, del Primer Juzgado de Menores no me quiere dar la autopsia porque me dicen que está bajo secreto de sumario. No sé cómo falleció, no sé qué le hicieron, no sé nada. Yo le pregunto al Sr Juez, ¿usted pensó en la familia de Talía cuando lo liberó? Ahora también tengo miedo por mis otras hijas, porque yo no sé qué puede hacer él ahora.
El sábado pasado,pintamos un banco rojo de la plaza de Zonda, en representación de Talía y en representación a la violencia de género, para que cada persona sepa que cuando haya un banco pintado así, recuerde que la violencia hacia la mujer existe y los femicidios también.
Yo sé que no va a haber justicia porque soy pobre, pero desde abajo vamos a seguir gritando y pidiendo justicia por mi hija
¡Justicia por Talía Recabarren!