* Por Alba Carosio, integrante del colectivo La Araña Feminista.
Cuando comenzó el proceso revolucionario en el 99’ hubo algunos grupos feministas organizados que presentaron propuestas para la Constitución, como el reconocimiento del trabajo doméstico, los derechos sexuales y reproductivos, o la igualdad de género; del lenguaje inclusivo, yo diría que, de América Latina, Venezuela fue pionera. Tanto es así, que las fuerzas de la oposición acusaron al lenguaje inclusivo de género de ser un lenguaje chavista. Por esto diría que la revolución tiene cara de mujer. Fuimos generando, de nuevo, grupos feministas de diferentes estilos, colores y sabores.
Hemos avanzado en materia de derechos con leyes como la “Ley Orgánica por el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia” pero hay otras deudas importantes que aún no han sido saldadas como lo es una ley de “Derechos Sexuales y Reproductivos”, que incluya la interrupción voluntaria del embarazo. Quizás lo que nos hace falta es tener una posición más autónoma y beligerante a la hora de exigir nuestros derechos, políticas y programas. Hay cierta resistencia a los planteamientos más radicales, el patriarcado también está inscripto a fuego en muchas de nosotras. El 8M es la fecha más emblemática para el movimiento de mujeres y para las mujeres en general. Pero debe ser un día de lucha, para reivindicar derechos, exigir igualdad y equidad, no para festejar.
Me gustaría decirles a mis compañeras de toda Latinoamérica, que desarrollemos un feminismo que esté muy ligado a las realidades en las que vivimos, con nuestra originalidad y compromiso, con nuestra especificidad, pero en diálogo con los del sur y del mundo. En Venezuela nos definimos como feministas socialistas. Se generó una idea, un concepto que es el del Socialismo feminista, que tiene que ver con una revolución que incluye las demandas feministas para transformar toda la realidad. Es también un feminismo popular, de base. Cuando conocí las villas, los barrios precarios de Argentina, pude ver que hay un trabajo que se está haciendo profundo con esas comunidades desde La Poderosa. Que hay un sentido, no solamente de reivindicación sino también muy comunitario, muy solidario de las mujeres entre sí.
Haber nacido en un barrio no es vergonzoso, al contrario, es un orgullo porque significa que han podido hacerle frente a la vida aún con todas las adversidades.
