14 marzo, 2019
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Paren la mano #NiUnaMenosEnLasCárceles

 

Por Adriana Revol, vecina del barrio Yapeyú, ex presa política en la dictadura y tallerista en la penitenciaría de Bower.

Lamentablemente de adolescente tuve que visitar cárceles. A los quince años fuí a parar a una comisaría por hacer pintadas, y a los dieciocho estuve detenida desaparecida en la D2 y de allí a la cárcel del Buen Pastor. Tuve familia presa, un hermano, el papá de mis hijas más chicas, y muchos compañeros.
Cuando salí de la cárcel ya no era la misma, suelo pensar que la tortura me parió para luchar contra ella todos los días de mi vida. En el 2013 sufrí dos terribles accidentes que me dejaron muy mal, con muchos huesos quebrados y dos lesiones en el cerebro. Poco antes había tenido amenazas, calculo que de alguien relacionado con el servicio penitenciario, por denuncias que había realizado. Jamás investigué, estaba ocupada en resucitar.
Hasta el día de hoy continúo convencida de que no podemos permitir la tortura, que por más que lo digan, las leyes se violan todos los días en todas las cárceles.

Muchos creen que soy funcionaria o que cobro un sueldo, pero no, están confundidos. Soy militante de derechos humanos y artesana.
En la cárcel daba talleres de producción y comunicación; era una manera de ingresar para poder dar en realidad talleres de derecho. En 2013 luego de denunciar al jefe de seguridad de Villa María y la muerte de Roberto Yrusta , me restringieron la entrada.

Actualmente en la cárcel las visitas están restringidas para todos y para poder ingresar solicitan que sean familiar directo o concubino; esta todo montado para que las presas estén aisladas de la sociedad. Quieren silenciar lo que está pasando allí dentro. El Estado se favorece con este aislamiento para que se produzcan toda clase de barbaridades, incluso la muerte de las presas y los presos. Además maneja el monopolio de violencia de género, condenando los femicidios, pero si el mismo Estado las mata, no pasa nada.
Las cárceles de Córdoba tienen personas maltratadas, torturadas y asesinadas todos los días. Este “método” de quebramiento de derechos humanos no está funcionando para la sociedad. Las cárceles están llenas de pibas y pibes pobres; de vez en cuando un capitalista tira uno de sus hijos, ponen plata y salen por la misma puerta. Hoy en día hacemos pie en el tema de tortura pero no podemos dejar de lado en las condiciones de hacinamiento terrible en que se encuentran las personas en las cárceles.
La provincia de Córdoba tiene casi la misma población que Santa Fe, pero nuestra provincia llego a tener el doble de pibes encarcelados que en Santa Fe; eso nos habla claramente de las políticas represivas que se está implementando. Los gobernantes combate la pobreza permitiendo la muerte de los pobres, ya sea en las calles o en las cárceles. Cuando pasa en las calles podemos reclamar por un culpable, mientras que en territorio aislado como la cárcel la implementación de la justicia parece que no cuenta. A lo que va en el año han ocurrido varias muertes en las cárceles cordobesas, pero poco se sabe porque no lo difunden los grandes medios. Todo lo que se llega a saber es gracias a los medios alternativos, lo que tiene el pueblo, para que nuestras voces se escuchen ya que nos están queriendo silenciar. Yo mantengo vínculo todos los días con las mujeres que están detenidas en Bower; nuestro medio es telefónico, yo tomo nota de todos los casos y de los que puedo ayudar.

Por ejemplo el caso de Elsa Medina: tenía 62 años, hacía un par de meses ella venía mal de salud y había bajado de peso. Su hija que también está presa, solicitaba asistencia médica extra hospitalaria, ya que la enfermería que se encuentra dentro de la cárcel lo único que te ofrece es ibuprofeno y unas gasas, cuando Elsa necesitaba realmente asistencia médica. El 1 de febrero la trasladan al hospital Misericordia, los doctores sugirieron dejarla internada pero el servicio penitenciario le dio prioridad a la “seguridad” antes que la salud o la vida de la persona. La llevaron para internarla en enfermería de la cárcel, en esa misma madrugada Elsa comenzó a desmejorar y tener pérdida de conocimiento. A las 5 am, sus compañeras enfadadas empezaron a solicitar la ambulancia para el traslado al hospital. Cuando la ambulancia llegó ya era tarde, Elsa ya no estaba con vida. Esto contradice las declaraciones del servicio penitenciario. Sostienen que Elsa falleció en el hospital, para desligarse de todo tipo de culpa y cargo.
La noche del 22 de febrero, Janet López de 30 años, queda fuera de la celda, ya que el sistema es automático. Las guardias la llevan a enfermería, donde en el pasado encontraron ya a varias mujeres “suicidadas”. Algunas compañeras vieron cuando las guardias le pegaban a Janet y luego ella apareció “suicidada”. Esa noche las internas le gritaban a la directora reclamando, ya que vieron las agresiones que había sufrió Janet. La directora respondió con la fuerza de choques y las pibas se defendieron, pero en ningún momento fue un “motín” cómo dijeron. Janet Sava fue la testigo principal, la que vio como le pegaban a López, y para callarla también le pegaron. La hermana de Janet Sava ya realizo la denuncia, por miedo a que le pases lo mismo que a López.

El hecho de que hayan removido a la directora de la cárcel, Marisa Ale, no significa alguna mejora para las mujeres; no solamente tenemos que cambiar el collar, necesitamos cambios profundos. No va a cambiar nada el observatorio que van hacer, si no hay cambios reales en el servicio penitenciaro.
Las mujeres piden basta de muerte, basta de represión y tortura, que sus derechos sean respetados. Los que estamos afuera necesitamos solidarizarnos con las pibas y pibes que están en la calle, porque con las condiciones de torturas y aislamiento no podemos espera que no se repitan estos trágicos hechos.

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