24 abril, 2019
,

Una semana entre el paraíso y el infierno

* Por Waldemar Iglesias,
periodista despedido de Clarín.

 

El martes pasado, mientras escuchaba el segundo llanto de mi primer hijo recién nacido, me llegó un mensaje por WhatsApp de compañeros de la Redacción, avisándome que integraba una lista de “prescindibles” en el diario. Quedé paralizado. Me afectó en un montón de sentidos. Fue un golpe instantáneo e inesperado para mi compañera y para mí. Y será para siempre un instante de esos que dejan huellas, cicatrices en el alma. La implacable sensación de que somos papeles en el viento.

 

Trabajé en Clarín Deportes como redactor desde 1996, cubrí casi todas las competiciones internacionales posibles (Mundiales, Copas América, finales de Libertadores, Sudamericana, Champions) y a partir de 2009 tuve una columna llamada “Planeta Redondo” donde escribía historias del fútbol del mundo. Es insólito cómo me echaron y en el momento en que lo hicieron, horas después de que llegara Tomás Patricio con su llanto estremecedor y hasta sintomático. Amanecía en un mundo capaz de ese tipo de situaciones.

 

La notificación no representa un despido fehaciente, no es legal y menos cuando estaba con licencia por paternidad y dos semanas de vacaciones homologadas por el diario para cuidar a mi hijo. No pude disfrutar plenamente este momento, fueron días de felicidad por su nacimiento e incertidumbre por el despido. En síntesis, fue una semana de un vértigo absurdo entre el paraíso y el infierno.

 

Junto a mis compañeras y compañeros venimos resistiendo con nuestra fuerza y la enorme solidaridad de medios y periodistas cercanos. Tuvimos un paro de 36 horas, un festival multitudinario en vísperas de las Pascuas y desde ayer a las 12 del mediodía las y los trabajadores de Clarín están de paro, ahora por 48 horas. La decisión es histórica, pues desde hace 30 años no sucedía algo similar. Se llama coraje ante la adversidad.

 

La impresión es inequívoca: el Grupo Clarín aprovechó esta coyuntura donde ya somos más de 3000 periodistas despedidos desde que asumió este gobierno. Sufrimos un desgraciado momento económico y les vino justo para descartarnos de la peor manera: apoyados por una presencia policial, que en vez de cumplir la función pública irrumpió para cuidar los intereses privados, en un contexto donde el expulsado, si se queja, debe ser reprimido. Por la prudencia de la manifestación no aconteció ese tipo de situaciones lamentables.

 

Pese al atropello que estamos viviendo, existe una voluntad colectiva e inquebrantable de continuar con las medidas de fuerza hasta que sucedan las reincorporaciones o la negociación entre partes a los efectos de un acuerdo razonable. Esta tarde, de hecho, haremos en la puerta del diario un festival musical, como otra forma de manifestarnos.

 

En lo personal, tampoco me voy a rendir, por cada laburante, por mi familia.

 

Y por mi hijo, claro.

 

No hay descripción de la foto disponible.

 

 

No hay descripción de la foto disponible.