25 mayo, 2019
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«En vez de protegernos, nos matan»

 

 

* Por Nicolás Ruíz Dia,

hermano de Danilo Sansone, víctima fatal en la masacre de San Miguel del Monte.

 

 

La madrugada del martes mi mamá me despertó llorando, desconsolada: «Se murió, se murió Danilo». En un segundo sentí cómo se me partía el alma. Fui hasta el lugar de los hechos donde estaba lleno de oficiales, que lo primero que hicieron circular fue que los chicos habían robado. Aunque nunca nos faltó para comer, nosotros somos una familia humilde, de laburantes. Imagínense cómo dolió que digan eso de mi hermano. Imagínense cómo duele que mucha gente se haya solidarizado con nosotros, pero que no hayamos recibido ningún llamado de la gobernadora Vidal ni de nadie del gobierno.

 

 

Le encantaba rapear, cantar, ayudar en la casa y andar con su tabla de skate por todos lados. Estaba en segundo año de la secundaria y tenía un sueño: desde hacía cuatro años juntaba firmas para que construyan un buen lugar para patinar. Pero nunca lo escucharon y se fue sin su pista. Le gustaba mucho jugar a la pelota, era un buen defensor que dejó varios trofeos. Es muy triste todo esto. Mis hermanos más chiquitos preguntan por él y no pueden dormir bien. Esa vida nos quitaron. ¡Su vida! Y fue la Bonaerense, que en vez de protegernos, mata.

 

 

En Monte no hay robos. Lo peor que puede suceder es que alguien se lleve una garrafa. Sin embargo, con esto quedó demostrado una vez más el accionar policial: oficiales asesinos, corruptos, que no cumplen su rol, que se llevan a pibes a las comisarías y los cagan a palos sin razón. Pero de ninguna manera es casual lo que pasó, porque va en línea con la Doctrina Chocobar que instaló Patricia Bullrich, creyendo siempre en la versión de las Fuerzas o mintiendo como ayer al describir el caso de Luciano Arruga como una “construcción”. Lo que dijo fue cualquier cosa. Y lo que incentiva a hacer mucho más: su discurso potencia que la Policía haga lo que se le cante, como ocurrió en esta masacre.

 

 

Están acostumbrados a la impunidad y es evidente que intentaron lavarse las manos. Por eso, en vez de esperar a los peritos sacaron el auto con una grúa rápidamente, buscando limpiar la escena. Aunque no podamos más, tenemos claro que si nos quedamos quietos no habrá justicia y la Policía continuará por este mismo camino. Jamás voy a comprender cómo, teniendo hijos, pueden sentarse en una mesa tranquilos, tras haber asesinado a un niño.

 

 

A nosotros ya nos destrozaron.

Ahora, para que no vuelva a pasar, hay que salir a gritar.