* Por Vanina Correa,
arquera de la Selección Femenina de Fútbol, desde el Mundial de Francia.
«Las pibas estamos dando todo día a día, desde hace mucho tiempo, y los resultados de ese empuje feminista se ven: nuestro Mundial tiene mayor visibilidad que otros anteriores. Históricamente las mujeres futbolistas nunca fuimos reconocidas en lo más mínimo y hoy nos pasan por la tele (sólo por TV Pública, pero antes ni eso), la gente nos mira en sus casas, nos llegan mensajes de aliento y eso nos llena de orgullo. Más allá de los resultados, este esfuerzo no es sólo por nosotras, es un camino mucho más largo: tiene que haber categorías inferiores que mejoren la formación, además de armar ligas con las menores de 14 para que crezca toda la estructura del fútbol femenino. Yo soy empleada en la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez, ciudad aledaña a Rosario, porque nosotras tenemos que trabajar aparte para sobrevivir. Me levanto a las 6 de la mañana y entro a las 7. Vuelvo a casa al mediodía porque mis mellis entran a las 13:15 al pre-escolar. De ahí me voy a entrenar, a las 16.40 voy a buscarlos y luego, en general, vamos al Club Rosario Central. Sí, soy jugadora de la Selección, soy empleada pública, soy madre y amo el deporte. El esfuerzo diario nos hizo llegar hasta hoy, que en una hora nos jugamos ante Escocia la clasificación a octavos de final por primera vez en la historia. Estamos dejando todo en esta Copa, demostrando ante potencias mundiales que Argentina tiene mucha garra. Sudamos la camiseta porque nos entendemos como parte de un momento bisagra para el fútbol argentino y mundial, buscando un bien colectivo y no personal. Así resistimos dentro y fuera de la cancha para empoderarnos, sin depender de nadie más que de nosotras mismas».
