10 julio, 2019
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Mi amigo está gravísimo por una bala policial

* Por Kevin Gutiérrez, 
amigo de Ariel Espada, baleado por un efectivo de la Policía de Seguridad Aeroportuaria.

 

Tómense cinco minutos para leer, por favor. Desde el viernes a la noche vivimos una película de terror que no termina más y seguimos muy asustados. Salimos a comer tres parejas amigas, aprovechando que recién habíamos cobrado. Nos juntamos en La Farola de San Justo pero nos fuimos temprano porque el bebé de Matías, otro amigo, empezó a levantar fiebre. Íbamos en el auto cuando sin querer rozamos el espejito del Fiat Punto que manejaba de civil el policía de Seguridad Aeroportuaria Gabriel Adrián Gerber. Automáticamente se bajó y empezó a disparar.

 

A quemarropa. A quemavida.

 

En el momento sólo escuché el sonido de las explosiones del vidrio del coche. Uno de los cuatro disparos le impactó a Ariel en el tórax, ¡que tenía a su hijita en brazos! Comenzó a gritar, desesperado. La bala le había perforado un pulmón y se estaba desangrando. Gerber, custodio personal de Alfredo Gallardo, subdirector nacional de la PSA, nunca dio la voz de alto ni se identificó como policía ni le importó que hubiera tres criaturas. No fue una masacre por muy poco: una bala rozó el tanque de gas y pudimos haber volado todos.

 

Matías, que manejaba, fue el primero que se bajó. Gerber mostró la placa, la guardó rápidamente dentro de la campera y nos siguió apuntando con su arma. Ariel empezó a gritar que se moría, que estaba ahogándose con la sangre y se desmayó. Nos subimos de nuevo y lo llevamos al hospital de Morón. Mientras lo atendían y yo hablaba con los efectivos de seguridad del lugar, paró en la puerta un Fiat Punto. Era él, y desde adentro del auto me gritó: “¡Te voy a dar un balazo a vos!”. Y se dio a la fuga. Le pedí a los efectivos que lo siguiéramos. Como no disponían de un móvil, nos subimos a nuestro auto.

 

Lo perseguimos por varias cuadras hasta que en una diagonal pudimos interceptarlo. Se bajó del coche y los efectivos que estaban conmigo le dieron la voz de alto para que se tire al piso. Cuando logran detenerlo, se ríe y en tono burlón nos dice: “En la guantera tengo dos cargadores más”. A los pocos minutos vinieron a ‘peritar’ el auto, se llevaron dos proyectiles que había en un asiento y que nunca más vimos. Ese mismo día le tomaron declaración e increíblemente lo dejaron en libertad. Recién el lunes, una vez que lo separaron del cargo, lo detuvieron nuevamente.

 

De hecho, el domingo fuimos al centro de monitoreo y en las cámaras de seguridad se ve claramente cuando Gerber nos dispara. Mientras él está tranquilo en su casa, mi amigo sigue muy grave con diagnóstico reservado. Lo operaron para sacarle la bala y aunque parezca un chiste durante cuatro días lo tuvieron internado en la guardia porque no había lugar disponible en terapia intensiva, donde lo trasladaron recién ayer.

 

Ariel sigue luchando por su vida, minuto a minuto, mientras nosotros desde afuera imploramos por su recuperación, exigiendo que se haga justicia y se termine esta película de terror.