* Por Yanina Zarzoso, mamá de Camila López, asesinada en la masacre de Monte.
Hoy se cumplen dos meses de aquella madrugada en la que me arrancaron a mi hija. Fueron días intensos, desgastantes, cansadores; pero siempre busqué la forma de mantenerme firme y mi manera de hacerlo fue y seguirá siendo pensar en Camila, sentirla mi guía para continuar el camino que nos lleve a la justicia. Se hace difícil el paso del tiempo, porque cada vez duele más. La extraño tanto y se siente mucho la ausencia. Anteanoche, en la previa a su cumpleaños, traté de pensar el desayuno que le hubiese preparado como cada año, qué hubiéramos compartido el sábado a la tarde y la torta que le hubiera hecho, con el cartelito de “Feliz Cumple”.
Me emocionó muchísimo leer la carta que le dedicó Rocío ayer, en el día del amigo y en su cumple. Siempre le dije que ella la conocía mejor que yo a Camila. Mientras la leía, me las imaginaba a las dos, felices, en cada uno de esos momentos que tan bien describe: huelo el olor a naranja, recuerdo las madrugadas que pasaban tomando jugo. Extraño su risa, su ruido, dejó tanto silencio en casa. Fue la más revoltosa de mis hijos, la más revolucionaria. Nunca paraba. Nunca estaba quieta. Siempre le decía: “Cami, pará un poquito, reite más despacio, dejame dormir”. Cómo vivir sin su “Vieja te amo, no me faltes nunca”. A Ro la siento cada vez mejor, la veo a ella y veo a Camila. Por eso le decía a su mamá: prestámela porque en Ro veo a muchas Camilas… ¡Son tan parecidas!
Me causa un dolor enorme que continuemos a la espera de novedades, de nuevos resultados y de otras pericias a los teléfonos de los policías. Algunos responsables materiales ya están detenidos, pero dejaron en libertad a varios. No solo hay que apuntar a ellos, sino también a los responsables políticos porque con mayor control del accionar policial la masacre no hubiera ocurrido. El Estado es responsable porque lo que pasó forma parte de una política, de una orden explícita de disparar, avalados por la doctrina Chocobar. En medio de tanto sufrimiento, no puedo comprender a Patricia Bullrich decir que la Gendarmería está más valorada que la escuela pública. Yo soy docente y escucharla me parte.
Un montón de chicos siguen sufriendo en el pueblo la persecusión: los paran, les sacan sus pertenencias, los tiran al piso, les pegan, los detienen, les piden coimas. En cada pibe de Monte veo reflejada a Camila. Y por ellos también estoy de pie, saliendo a la calle y reclamando. No podemos quedarnos viendo qué le pasa al otro, desde mi lugar voy a tratar de contagiar y concientizar a la mayor cantidad de gente posible para que esto se termine.
Mi dolor me trascendió. Hoy ya no lucho sólo por mi hija.