*Por Florencia Vallina, novia de Juan Cruz Vitale, asesinado por la Policía de Santa Fe.
El 12 de mayo salimos a bailar en Capitán Bermúdez, nuestra ciudad de toda la vida, con Juan y un grupo de amigos. Hacía mucho que no nos veíamos todos, así que era una noche bastante especial. Con él nos conocíamos desde chicos, compartimos escuela algunos años y, después de idas y venidas, nos habíamos puesto de novios hace 4 meses. Estábamos proyectando algo hermoso: lo que más nos gustaba era ir a la cancha a ver a Newell’s y estar con nuestras hijas, él tenía dos y yo una.
Cuando regresábamos, cerca de las 6 de la mañana, nos encontramos con un control de tránsito sobre la avenida San Martín. Al intentar esquivar los conos que se usaban para delimitarlo impactamos algunos de ellos, lo que hizo que una camioneta del Comando Radioléctrico nos persiga una cuadra hasta chocarnos del lado de Juan, que conducía. Al mismo tiempo, apareció otro móvil de frente, del que descendieron tres policías y empezaron a dispararnos sin dar la voz de alto. En el auto quedaron tres impactos de bala, pero fueron al menos 15.
De la desesperación Juan empezó a acelerar hasta que pudimos escapar, aunque la persecución continuó. Recorrimos varias cuadras y llegamos a la casa donde viven sus tíos. Bajó del auto y corrió hasta la puerta de la casa gritando que le abrieran. Al no tener respuesta, se dirigió hasta la parte trasera donde vive su tía, y como tampoco tuvo respuestas intentó esconderse. Mientras tanto, yo seguía dentro del auto porque de los nervios no podía desabrocharme el cinturón. Cuando logré hacerlo, los agentes ya habían llegado al lugar: tres de ellos fueron tras Juan Cruz mientras que otros tres me bajaron por la fuerza y me retuvieron.
Transcurrieron sólo unos segundos y escuché dos tiros seguidos; luego, un silencio que sabía que sería para siempre: cuando pude acercarme a Juan Cruz, ya estaba muerto con un disparo en la nuca.
Al día siguiente, el 13 de mayo, fue detenido e imputado por “homicidio agravado por abuso de autoridad y uso de arma de fuego” Sergio Di Franco, el Jefe de la Agrupación Cuerpos de la Unidad Regional XVII, quien en su defensa alegó que “hubo un forcejeo” y que su disparo “fue accidental”. Hoy se encuentra con arresto domiciliario. Un segundo agente, Ariel Devico, titular de Orden Público de la Unidad Regional XVII, también fue imputado por el hecho.
Hablar para mí no es fácil, pero me mentalicé que esta lucha es por él. Me cuesta volver a salir al mundo, Juan me protegía mucho y siempre me acompañaba. Hoy, a cuatro meses, me resulta difícil hacer algo tan simple como levantarme todos los días, pero lo hago con el amor de su mamá, sus amigos y su familia, sobre todas las cosas. Estoy segura de que mi duelo va a empezar el día que se condene al asesino y a sus cómplices.
Hoy siento que lo arrancaron de mi vida: se lo llevaron en nuestro mejor momento. A pesar de eso, nunca, pero nunca, lo van a borrar de mí.