Atravesadas por las historias de nuestros barrios. Hartos de soportar la pobreza. Negadas a seguir bancando el estigma sobre nuestras villas. Abrazados por la solidaridad de 114 asambleas poderosas. Cansadas de no hablar en primera persona. ¡Dijimos basta! Y decidimos no parar de gritar, con los puños en alto, los pies en la tierra y la Garganta multiplicándose para seguir federalizando las cuerdas vocales contra el periodismo servil. Por eso, rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror.
Y haga circular nuestra nueva redacción.