30 noviembre, 2019
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«La sonrisa de Tobías»

 

 

* Por Miriam Valdéz, mamá de Tobías, bebé de 8 meses ahogado hace un año en otra inundación en el Barrio Los Álamos, La Matanza.

 

Recuerdo como si fuera hoy la desesperación de ver nuestra casilla inundándose, otra vez. Todavía siento los nervios de estar en vilo hasta las cinco de la madrugada esperando que alguien viniera a evacuarnos. Fue un segundo, un instante en el que me quedé dormida mientras le estaba dando la teta a Tobías. Cuando me desperté, el cuarto estaba completamente inundado y mi hijo flotaba boca abajo al lado de la cama.

 

Tratamos de reanimarlo de todas las maneras posibles, respiración, RCP, intentamos una y otra vez al 911, pero mi bebé ya estaba muerto. Desesperados, llamamos a la Policía, Bomberos, defensa civil, necesitábamos que alguien nos ayude pero nadie aparecía. Su cuerpito estuvo siete horas tendido sobre mi cama. Desde ese dia, todos los domingos le llevo unas florcitas al cementerio de Villegas y cada mañana pienso en aquella enorme sonrisita. En ese momento, muchos medios hablaron del caso pero ninguno se acercó, además el municipio de La Matanza nos prometió materiales para construir una casa más alta y segura. Pero no bastaba el dolor que sentía por la pérdida de mi hijo, junto con el duelo tuvimos que pelear casi un año, para que me terminaran entregando algunos materiales dos meses atrás. Parece mentira, pero aún así fue en vano, porque la última inundación se los llevó, no quedó nada.

 

El mes pasado sufrimos una inundación todavía peor, el agua alcanzó el metro y medio dentro de mi casa. Y otra vez, nos dejaron solos, tuvimos que salir por nuestros propios medios, ¿se imaginan el terror? Me volvían todas esas sensaciones, mis hijos de 4 y 6 años no estaban a salvo, realmente era muy peligroso. El agua me llegaba al pecho y la correntada me llevaba con fuerza, así que salí con el más grande alzado, con mucho miedo a resbalarme. No pude evitar revivir el peor día de mi vida, cuando perdí a Tobías. No pude. Atravesaba el agua conmovida, temblando.

 

Sus hermanitos, Demián y Nadir, lo recuerdan mirando al cielo, asegurando que desde ahí nos mira, me preguntan “¿dónde está Tobías?”, y es tanta la angustia que algunas veces ni les puedo contestar. Lo extrañan y eso me parte el alma. Cada vez que llueve siento una desesperación horrible. Nadie merece perder un hijo así. Las vecinas y vecinos del barrio Los Álamos, fuimos tomando cada vez más conciencia y uniéndonos, porque nuestras familias están en peligro, las inundaciones no cesan y nadie se hace cargo. Pero es la poderosa organización barrial lo que me alivia y me llena de esperanza. Por eso, estamos construyendo la «Plaza Tobías» para recordarlo, como merece, entre las risas y juegos de niños que hoy, por fin, inauguramos.

 

Por esas miradas y esas sonrisas me mantengo, sigo por la sonrisa de Tobías a pesar de tanta crudeza, para que no se inunde más nuestro barrio y nunca pero nunca más, lloremos a ningún pibe ahogado.