* Por Piedad Córdoba, referente colombiana de Derechos Humanos.
Es lamentable que un proyecto como el que lideró Evo Morales en Bolivia, se desencadene de esta forma abrupta e ilegítima. El capitalismo es, por naturaleza, excluyente, y su movimiento representa lo opuesto, su figura quebró el sistema colonialista, lleva catorce años carcomiendo a la élite criolla boliviana que está representada por los sectores que han promovido el golpe. Ahora bien, el golpe se da con complicidad de otros países de la región, que repudian el modelo progresista de Bolivia, Venezuela o Cuba y con el apoyo abierto de Estados Unidos e incluso de la OEA, cuya función pareciera ser la de controlar a los países del continente para que no se distancien de los intereses de Washington. En esa medida, no se puede aceptar que fuera algo espontáneo, producto del agotamiento del modelo o de la figura de Evo como se ha querido presentar. Este golpe a la democracia boliviana se orquestó con cabeza fría, planificado considerando diversas variantes y desde hace tiempo.
Para el pueblo, son innumerables los logros de Evo Morales: el PBI creció 327% en los últimos 13 años, el FMI reconoció su gestión al señalar que la economía boliviana ha tenido un crecimiento importante con relación a otros países del continente, redujo los niveles de inequidad al llevar la pobreza extrema del 38 a 17% entre 2006 y 2017. Mejoró el sistema de salud, educativo y las condiciones de vida de los sectores populares mayoritarios. Ése cambio estructural debe ser defendido y remarcado porque difícilmente un gobernante latinoamericano ha logrado lo que Evo con su pueblo. La derecha busca romper y desestabilizar un proceso legítimo. Se hace indispensable apoyar la voluntad popular en este momento tan difícil porque la represión y el esfuerzo por borrar o desacreditar su legado está siendo fuerte y va a ser necesario resistir. Las y los hermanos bolivianos deben saber que quienes creemos en la democracia, en la igualdad, en el progreso estamos acompañando su lucha.
Es claro que Bolivia representaba un ejemplo de autodeterminación e independencia del dañino modelo tradicional. Con el golpe ilegal, cobarde, represivo y fundamentalista, todos esos avances están en riesgo. Evo también renunció para cuidar a su gente, pero su salida no representa el deseo de la mayoría, sino el de una minoría con un amplio poder de manipulación.
Para la región esto es muy grave, es un mensaje claro y contundente de advertencia hacia otros países que han desafiado el modelo capitalista. La derecha controla el sistema económico, político y cultural, los cimientos de la sociedad y así defiende los intereses de un reducido grupo. Debemos exigir transformaciones reales, genuinas, sin dejarnos manipular. Romper con esa cadena de alienación, basada en el miedo, en las mentiras, es muy complejo; la ventaja es que también es un modelo que está caducando, como se ve en Chile, que continúa resistiendo y presionando para que el gobierno neoliberal de Piñera renuncie. Es decir, cualquier golpe que quiera imponerse como en Bolivia, no la tendrá fácil porque ya hay millones de personas conscientes que seguirán de pie.