- Por Tamara Noga, comunicadora de la poderosa asamblea de la Villa 21-24.
Durante el mes de noviembre, en la Villa 21-24 de Barracas, nos organizamos desde el espacio de salud para poder encontrar una salida colectiva frente a la dificultad de las vecinas y vecinos para acceder a una evaluación de su estado de visión. El objetivo fue mejorar la salud brindando controles y lentes a bajo costo. “Intenté hacerme anteojos en un hospital pero era muy caro, después subió mucho el precio de este servicio y fue imposible”, contó Mariana Verón, vecina de la Villa 21-24.
La jornada visual la realizamos el 15 de noviembre y participaron 78 personas del barrio, desde adultas y adultos hasta niñas y niños. De esas 78 personas, relevamos que 35 fueron diagnosticadas con miopía, 26 con astigmatismo, 6 con hipermetropía y 3 con presbicia. Los datos son claros y demuestran la importancia de los espacios donde podamos generar estadísticas, ya que villeras y villeros no entramos en aquellas que realizan el Estado y otras instituciones. La mayoría de las personas nunca se habían acercado al servicio de oftalmología de los centros de salud e incluso no sabían que necesitaban anteojos hasta esta jornada.
Cuando entregamos los lentes el 5 de diciembre, 58 personas llegaron para retirarlos en una jornada que duró desde las 10 hasta las 15 hs. Entre emociones y charlas, Magdalena Martínez, vecina de la Villa 21-24 que accedió a los lentes, expresó: “Me sentí muy bien cuando me los probé, perdí trabajos por no poder ver bien”. Para Mariana Verón, “la campaña estuvo muy buena porque somos muchos los que no tenemos plata para comprar anteojos y estaría bueno que vuelva a suceder para que más vecinos y vecinas puedan acceder también”.
10 días después de tener los anteojos, los resultados están ahí, a la vista: «Yo antes tenía lentes que me recetaba sola. Pensaba: «con este veo, con este no» e iba probando. Jamás conseguía turno, yo trabajo y si voy al médico, no voy a trabajar. Y tengo que comer, esa es mi prioridad. Cuando me puse estos lentes por primera vez me sentí increíble, estoy contenta: antes no veía ni a cinco metros, veía sólo siluetas. Hoy veo muy bien y los lentes son hermosos. Gracias a la jornada de salud visual, quiero empezar a estudiar. Porque puedo leer mejor. Pienso que me perdí un montón de cosas por esta situación», agrega Magdalena.
Vamos a seguir organizándonos para encontrar soluciones a las demandas que se nos presentan día a día, siendo el nexo entre el barrio y los Centros de Salud o instituciones que deberían dar respuestas a las mismas. Porque facilitar el acceso a una salud visual también nos permite trabajar mejor en los espacios de alfabetización y educación popular, porque poder ver es importante, nos empodera, independiza y libera. ¿Hasta cuándo? ¡Hasta que la salud esté al servicio de los barrios!