Tiene 21 y hace exactamente un año que no sabemos nada de ella. La vieron por última vez el 7 de diciembre de 2018 en Florencio Varela, cuando iba camino a la casa de su novio. No volvió a su hogar. No volvió al colegio. No volvió a ver a sus amigos. No volvió a abrazar a su familia. No volvió. Cinco meses después, su madre recibió un mensaje con un signo de pregunta desde el Facebook de su hija. Un mar de escalofríos le recorrió el cuerpo, pero siquiera sirvió como prueba: la Justicia jamás lo rastreó y actualmente la causa transcurre en la Unidad Fiscal N°4 a cargo de la fiscal Nuria Gutiérrez y todavía se encuentra en “etapa de averiguación de paradero”. Roxana Villalba es trasplantada hepática y necesita controles a los que no puede asistir desde su desaparición. Hoy, un año después, con los ojos llenos de lágrimas, un nudo en la garganta, los puños cerrados y el pecho inflado de fuerza, su madre la recuerda así:
* Por Alejandra Villalba para su hija:
«Roxana, ¿cómo estás? ¿tomaste tu medicación?», son preguntas que te hacía todos los días. Hija, te extraño tanto pero tanto… Todavía no logro asimilar lo que pasó; la incertidumbre de no saber de vos hace un año es insoportable. Los meses pasan y pasan cada vez más rápido, pero todas y cada una de las noches sin dormir son demasiado largas; hay tardes en las que te imagino llegando a casa, toda alborotada, como siempre, iluminándonos con esa sonrisa grandota y tus ojos brillosos. Días tras día miro tus videos, una y otra vez y otra vez, para no olvidar tu voz, para no dejar de verte.
“Vamos, mujer, que sos fuerte”, me repetías, dándome un empujón en los momentos más difíciles. Esas palabras aún hoy me mantienen de pie. En este tiempo compartí charlas con madres tan luchadoras que me hicieron sentir menos sola: es muy duro ver que a tantas familias nos hayan arrebatado una hija, una hermana, una tía, una amiga. Cómo quisiera que estés acá, que veas a tus sobrinas que están muy grandes, Lulu repartió fotos tuyas en el cole y habló con todos sus compañeritos de vos.
Es lamentable que para el Estado y la Justicia sea una u otra piba más y pareciera que les da lo mismo encontrarte o no. Deseo que donde estés puedas mirar el cielo y tirarme un beso. Cada día renuevo las esperanzas de volver a verte y estoy convencida de que en algún momento te encontraré.
Nunca pero nunca vamos a bajar los brazos. ¡Hasta el final te vamos a buscar!
Con todo mi amor,
mamá.