* Por Martín Durand, ex jugador de Los Pumas.
Lo que le hicieron a Fernando Báez Sosa en Villa Gesell me entristece profundamente, fue tremendo e imperdonable. La sociedad está cada vez más violenta y, en este contexto, hay que comprender que el rugby se tiene que hacer cargo de que estos jóvenes salieron alcoholizados y asesinaron en patota, hay que nombrarlo por lo que fue porque esta locura no puede repetirse. Esto demuestra que la falla no es una sola: hay una educación básica fundamental que se necesita para que no pase más. Y es responsabilidad del Estado y de las instituciones, desde la UAR hasta la dirigencia de los clubes. Como entrenadores y jugadores que somos, debemos responsabilizarnos y no tomar esto como un caso aislado ni ajeno.
Es decir, no hay regulaciones para prevenir estas cosas en diferentes espacios. Desde cada casa también se plantan los valores, pero en el deporte, los clubes son una parte fundamental en la formación de los chicos, tenemos que hacer más hincapié en cada post temporada para inculcar verdaderamente los valores de nuestro deporte y no los rituales que lo acompañan y reproducen esas lógicas violentas, generando charlas con profesionales, actividades de concientización, fomentando el respeto y sancionando o expulsando de ser necesario. Los pibes están controlados durante la temporada, pero tenemos que ampliar el espectro, las vacaciones no pueden ser más un descontrol, porque vemos ahí un ejemplo de cómo se generan combos muy peligrosos, y se puede llegar impunemente a un extremo así. El que se pelea así no tiene que jugar nunca más, debemos reeducar a los pibes del rugby.
Lo que hacemos nosotros es un juego de contacto, debe haber límites de manera obligatoria porque además tenemos mucha fuerza. Siempre creí, y así lo charlamos en los entrenamientos, que el derecho libre de uno termina donde empieza el del otro y ese camino lo debemos sostener. Entender al otro como un par, sea de la nacionalidad, clase, club, que sea.
Es angustiante. Una familia perdió un hijo, una chica a su novio, los amigos a un ser querido. Un pibe que juntó peso por peso para pasar un fin de semana de vacaciones y divertirse. Estos jóvenes merecen recibir una condena justa y espero que la Justicia piense bien en ese fallo, con la máxima pena a los autores.
Pensemos y preguntémonos todos los días qué estamos haciendo mal. Tenemos que permitirnos disfrutar de este juego que está cargado de equipo, solidaridad, reglas, amistad y compromiso. Pero nunca más debemos faltarle el respeto a otros. No hay una única raíz o un solo problema. Esto es el reflejo de algo que cala muy hondo en nuestra sociedad.