Cómo nos vamos a olvidar del amor que nos envolvió cuando el terror se contagió por todos lados, por favor, ¡qué colgados! Flameando en cualquier balcón, acariciando cada ventana, abrazados al portón, anudando nuestro mañana, ayer los volvimos a ver sobrevolando la victoria y la malaria, ¡esta memoria domiciliaria! Ahí los ven, atados, enroscados a la ternura, blancos y radiantes como si no hubieran existido la dictadura y los farsantes que aún intentan ocultarlos, como si no hubieran querido arrancarlos de raíz, porque se volvieron la bandera del país que supo transformar sus trágicos duelos en esos mágicos pañuelos, que hoy transportan a la gente hasta su propia Plaza.
Eternamente,
#Los30MilEnCasa.