Hace algunas semanas realizamos nuestro cuarto Carnaval en barrio Los Cortaderos. Durante una tarde inigualable, celebramos la unión vecinal de nuestro barrio cordobés a pura cepa, que tiene motivos de sobra para luchar. Hoy, el contexto es distinto y a pesar de esto seguimos reivindicando nuestra fuerza comunitaria para cuidarnos entre todas y todos.
Pasan los días y elegimos resguardamos en nuestros hogares, siguiendo las medidas preventivas e intentando revivir en la cotidianeidad la alegría vivida en nuestros carnavales. Así como nuestros festejos, nuestras estrategias de organización en los momentos críticos jamás son individuales, todo es colectivo, porque en la unión de las vecinas y vecinos encontramos el motivo.
El corso fue y siempre será una instancia en donde reivindicamos la esperanza y esa alegría que fue tan negada en épocas del terror de la Dictadura. En el intento de callar una fiesta popular, durante mucho tiempo intentaron silenciar el carnaval a través de prohibiciones, pero no pudieron. Nuestra historia está viva en las 9 manzanas del barrio, donde nos reconocemos con cada vecina y vecino de todos los barrios populares de América Latina. El carnaval nos encuentra, siempre, abriendo la puerta del corazón, porque el amor y el cariño son el motor que nos lleva a la acción.
Hoy, el espíritu del carnaval está intacto. Y ahí nos queremos quedar, alzando la lucha y el carnaval codo a codo, resistiendo con alegría, juntos y juntas, hasta transformarlo todo. Hoy, más que nunca, nos cuidamos entre nosotras y nosotros, y seguimos construyendo dignidad desde nuestra historia viva, porque si algo sabemos bien es que en nuestro barrio, Los Cortaderos, vive y renace siempre la fuerza colectiva.