* Por Rita Pérez, referenta de la asamblea poderosa del barrio Bosco II, en Santiago del Estero.
Ayer, Elisabeth Ibáñez, vecina del barrio Belén y compañera del Frente de Géneros, se dirigía al cajero para cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia, pero no pudo porque una cuadra antes fue demorada por efectivos de la Policía de Santiago del Estero que, sin pudor, la llevaron a la Escuela de Policía y allí la obligaron a desnudarse.
Hay historias que no cuentan, que esconden, como la de Juan Carlos Carrizo: el miércoles 25 de marzo fue secuestrado por la policía motorizada en la puerta de la casa de Brian, un vecino discapacitado, mientras esperaba para darle repelente y alcohol. No llegó a explicar que estaba realizando tareas comunitarias, ni a decir que tenía permiso para circular, ni a musitar una sola palabra. No llegó porque lo redujeron a golpes mientras le gritaban: “¡Hijo de puta, entrá!”. Una vecina fue testigo y recibió amenazas de los oficiales: le advirtieron que si iban a buscarlo integrantes de la familia, “también serían detenidos”. Lo trasladaron a la Comisaría 5° y lo encerraron en un calabozo donde los efectivos del Escuadrón Táctico Motorizado y la policía del lugar le pegaron piñas y culatazos con la itaka.
Lo mantuvieron esposado y humillado, con los pantalones bajos, aunque él pedía que se los subieran. Lo vio un médico que jamás lo revisó y apenas le preguntó si estaba golpeado. Juan no fue registrado en los libros de ingresos y la Policía mintió al Ministerio Público Fiscal diciéndole que lo habían soltado a las 18hs, cuando estuvo privado ilegalmente de su libertad desde las 16:45hs hasta las 23hs; recién ahí lo trasladaron hasta la casa, reconociendo que “llamaron por esta plaga desde Buenos Aires, ahora vamos a tener problemas”.
El 29 de marzo, un vecino retiró la vianda para sus 5 hijos y su esposa embarazada; volvía en la moto cuando un policía le pegó un palazo y le tiró la comida al suelo. Algunas vecinas intentamos explicar que volvía del comedor, pero el joven fue llevado a la Comisaría 2° y lo retuvieron hasta la madrugada. El último sábado, la policía provincial irrumpió ilegalmente en la Casa de las Mujeres y las Disidencias del Bosco II con la excusa de “la cantidad de personas que había” y sí, ¡estábamos trabajando en el comedor con los permisos! El domingo, Jorge Peralta fue detenido cuando recogía residuos para comer; le secuestraron el carro y a él lo mantuvieron incomunicado durante siete horas. A David Waldo Ovejero, del barrio Bosco II, y a Rodrigo Gómez, de 17 años, que vive en el barrio Belén, los levantaron casi al mismo tiempo cuando compraban los alimentos para cocinar. Seis horas pasaron hasta tener noticias de dónde los habían llevado, violando el derecho a la comunicación inmediata.
Todas las detenciones fueron absolutamente arbitrarias y violentas; en ninguna existió la posibilidad de darle aviso a la familia. Desconocemos qué medidas se tomaron con los efectivos de las fuerzas, pero sí sabemos, porque lo sufrimos, que se lastima, se secuestra y se tortura con la justificación de violar la cuarentena, aunque en realidad está permitido salir para ir a comprar o buscar comida, medicamentos o retirar dinero. Así nos protege la Policía de Santiago del Estero.