¿Cómo se escribe la tristeza? Nos condenan al hambre, al hacinamiento, a la luz intermitente. Nos obligan a sobrevivir de cualquier forma, a cualquier circunstancia. Nos secan las canillas y nos cagan a trompadas, una, otra y otra vez con el silencio. Pero ahí estaba Ramona, en medio de los torbellinos, pegando un grito, dos, mil, los que hicieran falta, contando su historia, peleando por la dignidad de su Villa 31. Esa firmeza, esa potencia, fue su mayor legado.
¿Cómo mierda se describe la tristeza, cuando vence la impotencia? Las villas estamos de luto por esta guerrera inmortal que seguirá de pie en las postas de salud, en los comedores, en la Casa de las Mujeres y las Disidencias, atendiendo, acompañando, abrazando a su comunidad. Ella, que tantas veces y de tantas maneras denunció la falta de agua. Ella, que miró a cada cámara, habló en cada micrófono, mostró, advirtió, rogó, lloró, gritó frente a tanta hipocresía.
Ramona será siempre,
el motor nuestro de cada día.