* Por Gervasio Muñoz, presidente de la Federación de Inquilinos Nacional.
Cuando presentamos la Ley de Alquileres en marzo de 2016, pensábamos que iba a servir para fortalecer el debate en algunas ciudades, pero se expandió a todo el país y a los 9 meses se aprobó por unanimidad en el Senado de la Nación. Sinceramente, no creíamos que tomaría tamaña dimensión. Es una alegría enorme que la semana pasada hayamos conseguido una modificación para proteger aún más a las y los inquilinos, extendiendo a 3 años los contratos, regulando los precios y obligando a los propietarios a declararlos en la AFIP; nos da un poco más de fuerza para seguir enfrentando algo que es bastante injusto, sobre todo en épocas tan difíciles. Momentos como éste te dan la oportunidad para reivindicar la militancia y abrir desafíos futuros para generar nuevas políticas.
Sin embargo, vivimos diferentes etapas en todo el proceso: el inicio fue de una soledad importante porque era bastante subestimado el hecho de que alquilar estaba vinculado con el derecho a la vivienda. De a poco se empezó a comprender nuestro planteo y cargábamos con una sensación constante de desigualdad porque cuando dábamos un paso, el mercado inmobiliario daba 20. Tuvimos que pasar por miles de problemas: amenazas, juicios, denuncias y persecuciones. No es para nada cómodo plantear la regulación del mercado; además, en materia de vivienda conviven dos lógicas que por separado no son viables: la intervención del mercado y de la construcción.
El alquiler de viviendas sufre un proceso donde las inmobiliarias avanzan cada vez más y no es casual entonces que haya aumentado la demanda también en los barrios populares; sin embargo, ahí se necesita un tratamiento mucho más integral que la regulación del mercado formal. Son situaciones completamente diferentes, pero tienen las mismas causas: la concentración de la riqueza, de las propiedades y de la privatización absoluta del negocio en Argentina. Hay una diferencia abismal entre alquilar en una villa y quienes lo hacen más “formalmente”, ya que mientras los sectores medios discuten que el Estado pague los salarios, en los sectores populares se está discutiendo que garantice la comida.
En las barriadas se necesita otra solución más que un contrato justo o un control del precio de la pieza; requiere una articulación integral para brindar opciones a ese sector. No sólo se soluciona construyendo más viviendas en las periferias de las ciudades, con más leyes de alquileres o con créditos hipotecarios. Hay que tomar medidas específicas, pero sobre todo intervenir fuertemente el mercado, aunque interpele a muchísimos sectores de la sociedad, porque si sigue dolarizado y continúa siendo un negocio profundamente especulativo donde se construyen viviendas para los más enriquecidos, agudiza la crisis habitacional. Entonces, hasta que no pongamos en discusión un modelo de acceso a un techo digno, no habrá soluciones de fondo. Y es vital que luchemos en conjunto para cambiar el sistema de raíz: es una pelea muy jodida que debemos dar todas las organizaciones que militamos la vivienda con unidad en todo el país.
14 junio, 2020
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Hay que intervenir el mercado inmobiliario, aunque sea difícil
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