Desde que se decretó el aislamiento social obligatorio, las instituciones educativas y los docentes tuvieron que rebuscársela para continuar enseñando de manera virtual. El problema aparece cuando esta forma de cursar y estudiar, deja fuera a muchos: “No tener internet y depender siempre de un celular con datos móviles, es imposible. Me resulta difícil teniendo dos hijos, no me quiero imaginar lo complicado que es para quienes tienen más”, cuenta Belén Vega, vecina del barrio Los Pumitas. “La nueva metodología excluye a quienes no tenemos internet o medios necesarios. En cuarentena siempre fuimos las últimas en entregar los trabajos; además de estar imposibilitadas para reunirnos todos los días porque el crédito del celular no alcanza”, dice Milena Medina, estudiante del profesorado de nivel inicial. Pareciera que la educación, en este contexto, se volvió un privilegio.
Las y los estudiantes de carreras terciarias y universitarias también tenemos que lidiar con esta situación insostenible. “Estoy pensando en dejar la carrera porque así no la puedo mantener. Al no tener wifi para estudiar, dependo de los planes de una compañía celular, que no bajan de $1000. A veces, los datos móviles que renuevo por día, duran sólo quince minutos. Lo más alarmante es que se viene la época de parciales y entregas de trabajos. Me pierdo clases y no puedo seguir el hilo; en estas condiciones tampoco voy a poder rendir”, afirma Fátima Barrera, comunicadora villera y estudiante de fotografía.
En la asamblea poderosa de La Cariñosa, vecinas y vecinos nos planteamos la necesidad de retomar los estudios. Y, aunque hoy no contemos con los recursos, deseamos finalizar la secundaria. Nuestra existencia en la educación superior es pisoteada continuamente y pareciera que a nadie le interesa. En la provincia de Santa Fe existen Escuelas de Educación Media para Adultos (EEMPA) y ahora comenzó a funcionar el programa provincial “Vuelvo a estudiar virtual”. Esta es una modalidad que, si está desarrollada de manera acorde a las necesidades del territorio, puede permitirnos acceder a clases y materiales que de otra forma sería imposible. Además de horarios de trabajo complejos, al no estar enmarcados de manera formal, la mayoría tenemos niños y niñas a cargo y muchas veces dependemos de las changas que van surgiendo.
Para afrontar todo esto de manera colectiva, pensamos en generar un lugar de encuentro en el barrio, en la futura Casita Poderosa, donde podremos reunirnos a cursar. Allí también funcionará un «espacio de crianzas» en el que dejaremos a nuestros hijos mientras estudiamos. En La Cariñosa ya nos inscribimos, somos diez, y nos entusiasma mucho porque nos permite proyectarnos a futuro con nuevas posibilidades. Sin embargo, nos atraviesa el mismo problema que a todas las barriadas populares: ”No podemos terminar la escuela porque no gozamos de los recursos; no tenemos computadoras ni WiFi”, cuenta Carina Fernández, vecina del barrio.
Tenemos ganas de aprender, pero nos faltan recursos. Necesitamos soluciones urgentes y reales, que nos ayuden a permanecer en la educación pública… Que habiliten en las barriadas conectividad gratuita ¡y que sea garantizado nuestro derecho a estudiar! Mientras tanto, una vez más, apelamos a la solidaridad: si tenés computadoras portátiles, de escritorio, netbooks y proyectores para donar, podés escribirnos al 341-5648859.