8 julio, 2020
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El vacío de su ausencia

Nos negamos a hablar de él en pasado porque sigue acá, presente. Con su sonrisa radiante, en cada imagen, en cada foto, en las anécdotas que supo escribir, en las cabezas de quienes lo solemos pensar y en las ausencias que nos duelen como la de Facundo Astudillo. Todos y cada uno de esos momentos, hace 11 años atrás, los relataba Kiki Lezcano sentado en las hamacas de Lugano o abrazado a su familia, mientras Angélica revolvía la olla en su casa antes de convertirla en el comedor que hoy sostiene al guacherío de la Villa 20. No podemos contar mejor que él esos pasillos que permanecen iguales, pero sin sus huellas, ni retratar esas plazas donde amasaba sus remeras para improvisar arcos, ni su madre puede escuchar su voz y sus carcajadas, porque el policía Santiago Veyga lo filmó agonizando después de dispararle para que Kiki terminara su historia.
 
Pero la seguimos escribiendo,
en su barrio y en nuestra memoria.
 

 
«Nuestra familia siempre fue muy numerosa, por eso siempre fue muy difícil coincidir todos. Justo en el cumpleaños de Vero lo logramos y decidimos hacer la foto. Además, como nuestras casas son muy chiquitas, era muy complicado que entráramos todos», Angélica Urquiza, mamá de Kiki Lezcano.
 

 
«Cuando desaparecieron a Kiki, me dijeron que quizá se había ido con una piba o algo así; me ningunearon, me boludearon, me dejaron hablando sola. Pero yo sabía que no era así, porque él nunca se iba de casa sin avisarme», Angélica Urquiza, mamá de Kiki Lezcano.
 

 
«Recién habíamos llegado de las vacaciones en San Clemente, por eso estábamos tan negritos en la foto. El sol nos daba justo en la cara y sufríamos mucho el calor, pero éramos tan felices compartiendo momentos… Además, ese 13 de febrero yo cumplía 4 años y nos sentamos en la puerta de la casa mientras llegaban todos los primos, andábamos mucho en familia», Angie Lezcano, hermana de Kiki.
 

 
“Pasaron 11 años desde el asesinato de Kiki y seguimos queriendo saber por qué lo mataron, por qué se manejaron así, por qué decidieron sobre la vida de él y de Ezequiel Blanco, su amigo, por qué filmaron a mi hermano agonizando en vez de salvarle la vida», Angie Lezcano, hermana de Kiki.
 

 
«Esta foto la sacamos cuando Kiki estaba por terminar el jardín de infantes, ya le faltaba poquito. Siendo uno de los más chicos, tuvo una infancia muy linda, por lejos era el más consentido. Además, andaba siempre de acá para allá, era la alegría del hogar porque siempre se salía con la suya: si se mandaba una travesura, después te compensaba con un abrazo y era imposible enojarse con él. Era muy comprador con su sonrisa», María Eugenia Lezcano, hermana de Kiki.
 

 
«De chicos dormíamos juntos en la misma cama y siempre era yo quien acomodaba y ordenaba a la mañana, porque él se levantaba y se iba así nomás, dejando todo desarreglado. Además jugábamos mucho siempre, pero cuando crecimos, yo me fui de casa y no pudimos hablar demasiado el último tiempo, pero siempre que nos veíamos, nos saludábamos con la misma calidez», María Eugenia Lezcano, hermana de Kiki.
 

 
«De chicos dormíamos juntos en la misma cama y siempre era yo quien acomodaba y ordenaba a la mañana, porque él se levantaba y se iba así nomás, dejando todo desarreglado. Además jugábamos mucho siempre, pero cuando crecimos, yo me fui de casa y no pudimos hablar demasiado el último tiempo, pero siempre que nos veíamos, nos saludábamos con la misma calidez», María Eugenia Lezcano, hermana de Kiki.
 

 
«De chicos dormíamos juntos en la misma cama y siempre era yo quien acomodaba y ordenaba a la mañana, porque él se levantaba y se iba así nomás, dejando todo desarreglado. Además jugábamos mucho siempre, pero cuando crecimos, yo me fui de casa y no pudimos hablar demasiado el último tiempo, pero siempre que nos veíamos, nos saludábamos con la misma calidez», María Eugenia Lezcano, hermana de Kiki.
 

 
“De chiquito le agarró la locura bostera de hacerse el mechón rubio y se lo hicimos; gracias a eso jugábamos gratis durante las vacaciones en San Clemente porque el tipo de los videojuegos era fanático de Boca y cada vez que lo veía, le regalaba fichas para las maquinitas”, Marcelo Urquiza, hermano de Kiki.
 

 
“De chiquito le agarró la locura bostera de hacerse el mechón rubio y se lo hicimos; gracias a eso jugábamos gratis durante las vacaciones en San Clemente porque el tipo de los videojuegos era fanático de Boca y cada vez que lo veía, le regalaba fichas para las maquinitas”, Marcelo Urquiza, hermano de Kiki.
 

 
“De chiquito le agarró la locura bostera de hacerse el mechón rubio y se lo hicimos; gracias a eso jugábamos gratis durante las vacaciones en San Clemente porque el tipo de los videojuegos era fanático de Boca y cada vez que lo veía, le regalaba fichas para las maquinitas”, Marcelo Urquiza, hermano de Kiki.
 

 
«Con mis hermanos siempre me llevé bien, pero con Kiki fue diferente, porque éramos muy unidos. Seguro porque era muy poca la diferencia de edad entre nosotros. Además, siempre trataba de cuidarlo y lo defendía cuando mi mamá lo retaba, porque él siempre se mandaba alguna macana. Pero para todo tenía una sonrisa», Angie Lezcano, hermana de Kiki.
 

 
«Con mis hermanos siempre me llevé bien, pero con Kiki fue diferente, porque éramos muy unidos. Seguro porque era muy poca la diferencia de edad entre nosotros. Además, siempre trataba de cuidarlo y lo defendía cuando mi mamá lo retaba, porque él siempre se mandaba alguna macana. Pero para todo tenía una sonrisa», Angie Lezcano, hermana de Kiki.