Anoche, Verónica dormía en su casa con -7° de temperatura. Le golpearon fuerte la puerta, con apuro y desesperación. Se despertó, sintió muchos ruidos y un olor terrible. Pensó que era la habitual quema de residuos del basural que está al lado de su barrio, el Madres a la Lucha de Río Gallegos, pero no. Salió rápido y vio prendido fuego el espacio comunitario Manitos Verdes que sostiene cada día, donde funciona el taller de huerta y la olla popular los sábados. En plena madrugada se incendió porque hubo un cortocircuito y porque la empresa Servicios Públicos Sociedad del Estado no cumplió con la regularización que prometió el año pasado. En pocos minutos, ya ven, todo era cenizas.
Horas antes, en Los Pumitas, Rosario, Georgina denunciaba que no podía nebulizar a su hijo asmático de 9 años porque desde el martes, y hasta el momento, no hay luz en toda la zona. En esa misma barriada que sufre baja tensión desde el sábado, Pablo, Tamara y sus dos hijos ayer terminaron en el hospital por intoxicarse al inhalar monóxido de carbono del carbón que calentaba su hogar.
También anoche, en la Villa 21-24, donde hace 8 años la Justicia reconoció la emergencia eléctrica que siempre existió, y en la Villa 20 de Capital Federal, llovió fuego desde los tendidos que nos amenazan diariamente a todas las personas que vivimos en la precariedad, zafando de estas situaciones que pueden llamarse de muchos modos, menos accidentes.
Por estos reclamos no atendidos, por estas familias que tiemblan de frío y de miedo, por el poderoso local de la merienda en la 21 que hoy no puede servir la leche y por el Centro de Salud Empalme Graneros que ahora está cerrado por falta de luz y agua, venimos pidiendo generadores como medida paliativa hasta que efectivamente realicen las obras estructurales que corresponden. Edesur y el Gobierno de la Ciudad se pasan la pelota, la Empresa Provincial de Energía de Santa Fe demora en contestar; pese a los derechos que nos otorga el certificado del RENABAP, no garantizan el acceso a un servicio regular. Sin embargo, no pueden desentenderse porque todos los inviernos pasa lo mismo: se multiplica el riesgo porque las instalaciones son inseguras, aunque la excusa sea que aumenta el consumo.
Mientras tanto, las respuestas disminuyen.
¡Dejen de vender humo!