Ahora, que con el sol de la tarde ya descongelamos los dedos y siguen apagadas las velas que anoche nos iluminaban, nos sentamos para intentar redactar tanto sufrimiento completamente evitable. Hace meses venimos advirtiendo lo que hace años padecemos: en nuestros barrios, ¡el invierno es un peligro mortal!
Así como perdimos el espacio comunitario Manitos Verdes en el barrio Madres a la Lucha en Río Gallegos por un incendio que provocó un cortocircuito que habíamos denunciado, en el Barrio Yapeyú, de Córdoba Capital, la explosión de un transformador el último jueves dejó sin luz a seis manzanas. Lamentablemente son sobrados los ejemplos en las distintas asambleas del país, porque es transversal la informalidad estructural que nos amenaza desde que surgió cada barriada y también los parches como medidas, que justamente nunca son soluciones. En Mendoza, la leña para calefaccionar una casa durante toda la semana ronda los 1200 pesos, entonces la basura se convierte en una opción más viable, aunque completamente tóxica; en Los Pumitas, Rosario, viven Tamara, Pablo y sus dos hijos, que utilizan carbón para calentar su hogar y terminaron exponiéndonos a la inhalación de monóxido de carbono, razón por la que el miércoles pasado terminaron internados Pablo, Tamara y sus dos hijos, del barrio Los Pumitas, en Rosario.
Los cortes de luz y la baja tensión son recurrentes en esta época, poniendo en riesgo la vida de las y los electrodependientes, pero también de cualquier persona que camina por los pasillos y esquiva el fuego que cae desde los tan peligrosos tendidos eléctricos. Además, el frío, la lluvia y la humedad se cuelan entre las chapas, las maderas y los nylons que sostienen las casas altamente inflamables, obligando a que familias enteras se amontonen en una sola cama para combatir temperaturas que en algunos barrios alcanzan los -15°, mientras se pudre la comida o se queman los electrodomésticos por las fallas de electricidad. Entretanto seguimos reclamando la regularización del servicio en cada provincia y en algunos rincones, sobre todo en el sur, la asistencia de agua porque muchas tuberías se congelan, nos resulta clave contar con generadores para los espacios de primera necesidad.
La normalización de la desidia y la precariedad
es la profundización de la desigualdad.