23 agosto, 2020
, Embarriados

LA TIERRA, NUESTRO DERECHO

 

El Barrio Estación Ferreyra nació hace 40 años en el el sudoeste de Córdoba Capital. En medio de la cuarentena, hace dos meses, las y los trabajadores que se quedaron sin empleo por la pandemia decidieron trabajar la tierra de un sector que estaba vacío. Armaron huertas para vender sus verduras, pero a partir de entonces no han recibido más que hostigamientos por parte del gobierno provincial.

¿Cómo podemos sobrevivir con los 20 bolsones de alimentos que el Estado envió por única vez en 5 meses? Para quedarnos en casa necesitamos comer. 130 familias como la de Julio Ludueña se organizaron para limpiar ese suelo que antes estaba lleno de basura. Posteriormente levantaron algunas casillas, ya que muchas familias no podían sostener un alquiler: “No contamos con la posibilidad de pagar una habitación. Tener una vida digna es un derecho para todos, y por eso luchamos”.

Estación Ferreyra está rodeado de empresas como “Clean Cor S.A”, fabricantes de productos de higiene. Julio también narró que “hay mucha gente que no ha podido estudiar por no tener los recursos», y que «como pintor tenía bastante trabajo, pero hoy se debe mendigar laburo”. Mientras tanto, no hay asistencia alimentaria ni sanitaria y tampoco garantía real del acceso a la tierra. Lo que no falta es la represión policial, como la que sufrió Ivana Ludueña: “Nos quisieron desalojar dos veces. La última vez, a mediados de julio, irrumpieron nuestras casas con balas de goma y gas pimienta. Esa noche golpearon a mujeres, niñas y niños”. Además, el 4 de agosto llegaron nuevas intimidaciones para 60 familias por «usurpación» y les dieron 20 días para abandonar los terrenos.

Mauro Barrionuevo, vecino a cargo de la copa de leche, se entusiasma contando que ya tienen un lugar para cocinar la cena, la merienda y el almuerzo: «Hacemos la comida para todas las familias y a veces para gente de afuera también, no queda nadie sin comer”. Así, con barro hasta el cuello, Estación Ferreyra resiste porque sabe que nada será en vano. Poniendo el cuerpo en las adversidades, el grito más oído es que la tierra también es un derecho humano.