El sector artesanal y de feriantes fue uno de los más afectados por la crisis económica que provocó la pandemia. En Rosario, estos problemas se suman a una persecución policial, como la del 18 de julio cuando en medio de un reclamo por querer trabajar, Diego Anthony Soria fue fuertemente reprimido y detenido por efectivos de la Policía de la Provincia de Santa Fe y personal de la Guardia Urbana Municipal de Rosario (GUM). Además, durante la noche del 24 de julio, en un reclamo contra el hostigamiento a Diego, otro compañero feriante -que vive en situación de calle- fue golpeado por dos policías que además le secuestraron sus materiales de trabajo.
A casi un mes del hecho, Diego sigue contando con mucho miedo lo que vivió ese sábado cuando llegó a la feria como representante de sus compañeras y compañeros: “La Municipalidad había sacado un comunicado diciendo que no íbamos a poder trabajar y nos amenazaban con que si acudíamos al lugar nos iban a decomisar toda nuestra mercadería”. Luego, fue increpado por un efectivo de la GUM que intentó llevárselo detenido: “Me resistí porque no tenían fundamentos para detenerme y por esa razón un agente de la Guardia Urbana Municipal me dio un golpe en la cara, me redujo y me subió a la chata”. Vivió lo peor arriba de esa camioneta que lo trasladó desde la calle Italia y el Río hasta la Comisaría 2da, con la incertidumbre de no saber que iban a hacer con él. “Me aplicaron una llave al cuello, de la misma forma que lo hicieron con George Floyd, el muchacho afrodescendiente en Estados Unidos, y otro compañero en Tucumán”, comenta Diego. También recuerda: “Apenas pude tomar aire cuatro veces en todo el trayecto arriba del móvil. Les decía que si querían me siguieran pegando, ¡pero que necesitaba respirar!”. El amedrentamiento no quedó ahí, lo amenazaron diciéndole que si se moría “no se preocupara, porque podían cubrir su muerte”.
En contra de la violencia sufrida por Diego y con la intención de visibilizar las demandas del sector, el viernes 24 se realizó una movilización con todas las medidas de distanciamiento y precaución, desde la Plaza San Martín hasta la Municipalidad de Rosario. Esa misma noche, otro trabajador sufrió los abusos policiales: “Estaba sentado en una plaza armando collares para vender y se le acercaron dos policías en moto preguntándole qué hacía con eso en la mano. Él les explicó que eran sus herramientas de trabajo, luego en medio de la discusión intentaron reducirlo y le dieron una patada muy fuerte en la boca del estómago. Por si eso fuera poco, le incautaron todos los materiales con los que trabajaba”, explica Diego sobre su compañero que no pudo realizar la denuncia ya que vive en situación de calle, sufre el constante hostigamiento de las Fuerzas de Seguridad y pasa el día a día con miedo.
Para estar avalados por la Municipalidad y poder trabajar, tanto feriantes como artesanas y artesanos, deben registrarse en las ferias que, antes de la pandemia, se realizaban los sábados, domingos y días feriados. Hoy, sólo es una vez por fin de semana. Esta situación les imposibilita llevar el plato de comida a la mesa: “A veces pasamos horas en los puestos sin vender nada y además no ganamos el dinero que necesitamos”, afirma Ana Bramajo, feriante de la Plaza Montenegro y también de Italia y el Río. Por eso, acuden a poner informalmente sus puestos originales los días que están habilitadas las salidas recreativas en los parques de Rosario, pero al hacerlo son increpados y hasta incluso violentados.
Hoy, siguen reclamando soluciones para afrontar el momento por el cual está pasando todo el sector artesanal y feriante: “Hacemos hincapié en la necesidad de políticas públicas pensadas para abordar nuestra situación particular”, concluye Ana.