3 septiembre, 2020
, violencia policial

CRONOLOGÍA REPRESIVA

 

No es casual que La Poderosa mendocina esté hoy en estos suelos, justito en el Barrio Constitución de San Rafael. Aquí mismo donde Fabio Basualdo, de 16 años, fue fusilado por la espalda en 2010. Lamentablemente, la violencia por parte de las fuerzas policiales es moneda corriente hace tiempo, pero se ha intensificado desde que se inició el aislamiento. ¡Y ya nos cansamos!

Como dice Araceli, vecina de nuestro barrio: “A muchos chicos, la Policía los para y se los lleva a la comisaría sólo porque piensan que son delincuentes”. Los hijos de Lorena, otra vecina, fueron víctimas del abuso por parte de la Fuerza local. A Bruno, de 11 años, lo sacaron violentamente de la casa de un vecino tras haberse refugiado allí cuando la Policía detuvo el patrullero y comenzó a perseguirlo y efectuó una lluvia de balazo de goma al aire, ¡por verlo con un arma de juguete en sus manos! Ian, el otro hijo de Lorena, con apenas 4 años, fue rozado por una de estas balas. Una primera versión, dada por la Policía y ciertos medios locales, hablaba de un “enfrentamiento”. Sin embargo, la decidida reacción de su madre determinó un cambio en la causa, que culminó con la imputación de dos efectivos policiales por privación ilegítima de la libertad.

El 14 de agosto, en un sector de nuestro barrio, las Fuerzas de Seguridad realizaron un mega-operativo que buscaba desbaratar una banda de narcotraficantes. Desde entonces, la situación sólo ha empeorado. Muchos vecinos nos han comentado sobre familiares suyos a los que suben a los patrulleros en forma violenta, llevándolos por averiguación de antecedentes. Mariana, otra compañera, también tiene su historia: “Mis pibes son adolescentes y me da miedo cuando salen a hacer los mandados por mí. Pienso: ‘Mirá si me los desaparecen’, se me llenan de lágrimas los ojos de sólo pensar en esa posibilidad, se supone que la Policía está para cuidarnos”. Por otro lado, Yuliana nos dijo hace unos días: “Hoy, cuando venía llegando al barrio, un chico caminaba delante mío, claramente con ropa de trabajo, detrás de nosotros venía un móvil que nos pasó de largo, pero parece que vieron algo que no les gustó y se dieron la vuelta. Yo crucé hacia un negocio para preguntar unos precios. En un momento, oí gritos y cuando me di vuelta, era el muchacho, lo tenían contra el móvil. Les dijo que tenía la documentación, que por qué lo querían detener, que tenía sus herramientas, y ahí nomás lo agarraron a la fuerza y lo metieron al móvil, mientras él gritaba”.

Ante esta situación, vecinos reunidos con representantes de Derechos Humanos y trabajadores de la educación armamos folletos para recordar cuáles son nuestros derechos. No obstante, los folletos no alcanzan. Estamos cansados de este accionar, que se reitera una y otra vez, ahora agravado por las medidas de restricción a la circulación que impone la situación sanitaria. Por eso, le volvemos a decir basta a la persecución y la brutalidad de la Policía: ¡Nos duele este accionar!

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