En nuestros espacios alimentarios, seguimos poniendo el cuerpo en la línea de fuego para atender las necesidades de niñas, niños y adultos mayores de cientos de barrios. Realizamos el reparto de viandas casa por casa para quienes deben permanecer dentro por ser parte de la población de riesgo.
En muchos espacios realizamos la comida en dos tandas por falta de ollas y anafes, además de cucharones, asaderas y tuppers, entre tantos materiales más. Lo que nos llevaría cuatro horas de trabajo, nos lleva siete. Entonces volvemos a nuestras casas a la medianoche los cinco días de la semana. Sin mencionar que no estamos reconocidas económicamente como trabajadoras esenciales para el Estado.
Nadie estaba preparado para esto, nosotras y nosotros tampoco, pero tampoco podíamos quedarnos de brazos cruzados. La caída del laburo informal en semejante contexto hizo que llevar un plato a su mesa para muchas familias sea una utopía cada vez más lejana. Por eso, ante el aumento constante y sostenido de la demanda en estos espacios, multiplicamos esfuerzos y gritamos con todas nuestras gargantas, sin descanso. Codo a codo, acá estamos.
Fortalecemos las redes de contención, desarrollamos estrategias de prevención y fabricamos protocolos de bioseguridad. Asimismo, desde nuestras asambleas no paramos de poner en marcha distintos mecanismos de autogestión para que la comida no falte nunca, apelando principalmente a la solidaridad de todas y todos ustedes.
Para donar, podés comunicarte por mail a colectivolapoderosa@gmail.com, o podés realizar una transferencia a la cuenta del Banco Macro, CBU 2850600140001032582841.
