Llega otro aniversario del travesticidio de Marcela Chocobar, mi hermana, y son muchas las emociones que fluyen dentro de mí. Ya van cinco años de lucha, de tanta injusticia que hemos transitado, pero nuestros reclamos siguen vigentes. Todavía no sabemos dónde está su cuerpo y necesitamos que renueven la investigación porque, por ejemplo, Ángel Azolinni es un cómplice y le dieron sólo una pena de cinco años, algo que nos parece poco.
Este caso resonó en toda la provincia de Santa Cruz y por eso seguimos alzando la voz por Memoria, Verdad y Justicia, para que no quede en la nada. Mi hermana fue descuartizada muy cruelmente y esto quedó impune en la Justicia patriarcal, un Poder Judicial muy negligente que no ampara a los pobres. Pero, ¿saben qué? No es un caso aislado. Marcela era una hermana estupenda, siempre sonriente, una persona que amaba jugar con sus sobrinos. Abrazaba mucho y era cálida. Yo sé que estará en un lugar mejor y me quedo con el recuerdo de cuando daba sus primeros pasos como una nena, su picardía, sus sueños de abrir una peluquería y un SPA. Y me guardo también su deseo de hacer una casita para vivir junto a nuestra mamá. Todo eso quedó frustrado. Recordarla es abrazarnos entre todas, valorar la colectividad. No quiero vivir llorando.
Por mi hermana, ¡prefiero seguir luchando!