7 septiembre, 2020
, 7 AÑOS

SOMOS KEVIN

 

Pasaron siete años y, a pesar de toda la solidaridad que contagia la comunidad, en Zavaleta seguimos padeciendo las zonas liberadas de urbanización, seguimos viendo cómo desbordan de mierda las cloacas, cómo el hambre sigue siendo voraz todos los días y cómo la falta de conexión a internet provoca que nuestra escolaridad se vea vulnerada. Entonces, tanto antes como ahora, todos los Kevin de nuestros barrios siguen teniendo sus derechos ignorados.

Esos mismos pasillos por donde caminaba el Enano juntando flores para su mamá, siguen inundándose con cada lluvia. Esas hamacas por las que Kevin se animaba a volar, siguen sostenidas por la comunidad. ¡Cómo lo extrañamos! Qué contento se hubiese puesto con la vuelta de Román a Boca. Ni antes de Kevin, ni después de él, la vida de ningún pibe cuesta una multa de 12.500 pesos como le hicieron pagar a Andrés Daniel Stofd por dejar la zona liberada. Tanto antes, como durante y después de ese 7 de septiembre de 2013, permanecemos con los ojos bien abiertos para controlar el accionar represivo de las fuerzas. Ni ahora, ni nunca, nos acostumbraremos a ver a nuestras infancias pintadas en un mural porque ya no las podemos abrazar. El Enano sigue creciendo, y nunca lo van a callar.

 

“Hace muchos años, cuando festejábamos el día de la niñez, Kevin se me acercó para pedirme de regalo una muñeca. No era para él, sino que se la quería regalar a una niña que le gustaba”, Neli Vargas, referenta del comedor Evita de Zavaleta, donde Kevin almorzaba casi todos los días.

 

«A Kevin le gustaba la idea de poder volar; así que siempre se hamacaba parado, porque decía que de esa forma tomaba más impulso y sentía que volaba», Priscila Molina, hermana de Kevin.

 

«Cuando mirábamos los partidos de Boca, Kevin siempre gritaba los goles conmigo. El Enano era muy fanático de Riquelme porque hacía todos los goles. Por eso, le dimos a Román una camiseta con el nombre de Kevin», Federico Portillo, hermano de Kevin.

 

“El enano siempre decía que quería ser el ‘Jackie Chan de Zavaleta’ y le gustaba mucho el karate. En 2012, un año antes de que muriera, hubo una tormenta muy fuerte que tumbó el techo del lugar donde hacíamos Karate y dejamos de ir. Sin embargo, su sueño se mantenía intacto”, Azul, hermana de Kevin.

 

«Para el día de la madre, el enano salía a recorrer todo el barrio y cortaba flores en las casas de las vecinas para ponerlas en un vasito. Después, me preparaba mate y me lo llevaba en una bandeja junto con el vasito con agua y las florcitas. Mientras, se peleaba con todos sus hermanos para que no me despertaran haciendo ruido y poder darme una sorpresa. Lo que él no sabía era que yo siempre estaba despierta desde temprano escuchándolo renegar». Roxana Benega, mamá de Kevin.

 

“A Kevin le gustaba mucho comer fideos con tuco. Una tarde de esas en las que se quedaba comiendo en el comedor de Neli, me empezó a tironear el delantal porque quería que le pusiera más queso rallado en su plato. ¡Siempre hacía lo mismo! Se comía todo el queso de la parte de arriba, después quería otra vez y andaba detrás mío y me decía: ‘¿Viste que Esperanza te pone queso una sola vez?'», Mabel Fernández, cocinera del comedor Evita.

 

«Ayer fue sábado, festejamos el día del niño en Parque Patricios, pero no me gustó, fue muy aburrido. El domingo 18 de agosto de 2013 usé un barrilete por primera vez», Kevin Benega, escrito en la única hoja de su diario el 18 de agosto de 2013.