Entre la exclusión y el olvido andan nuestros barrios, a los que nunca llega una solución, ¡ni hablar de urbanización! Así se propaga la precariedad que carcome nuestros derechos y se replica por los pasillos, donde hace más de 30 años sólo había un monte árido que fue generado por la tierra sacada de las vías del tren. Acá está La Cariñosa y acá falta Elsa Leguizamón, nuestra vecina que murió el 19 de octubre de coronavirus. Y de abandono.
Elsa llegó a «La Cari» en 1998, cuando no había nada; apenas la luna, que alumbraba el barro. 22 años nos iluminó poniendo el cuerpo, pero se fue sin luz. Y sin agua. Por fortuna o por pobreza, gritamos. Si no, sientan a Carina Fernández, vecina del barrio: “Acá vivimos alrededor de 300 familias, 40 estamos sin agua potable y el 70% tenemos cortes de luz más de tres veces por semana, sin mencionar la baja tensión permanente”. Desde el 5 de agosto esperamos el tanque comunitario que nos prometió el gobierno provincial en conjunto con el municipal, porque ya no alcanza con la única “solución” que proponen: un camión cisterna que llega sólo una vez por semana, la mitad del compromiso que habían asumido, ¡con 20 litros de agua por persona para siete días!
Elsa dejó literalmente la vida para denunciar la pena de muerte. Y nadie la escuchó. Acá, en el sudoeste de Rosario, retumba el eco del silencio, reflejo de la ausencia de las conexiones formales de agua potable, de los tendidos eléctricos, de las ambulancias que “no pueden entrar” al barrio. Acá vivía Elsa, que cargaba la preocupación permanente de que no se enfermara Ramón, su compañero, porque era casi imposible trasladarlo con su silla de ruedas entre los pozos que “arreglaron” por última vez hace cuatro años. En esta condena, nos hierve la sangre cada vez que soportamos las excusas de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat de la Municipalidad de Rosario: “No se puede”, “No lo podemos asegurar”. ¿Y entonces? Ocultaron a Elsa, que murió en la oscuridad de la dignidad, obligada a ser un número en las noticias, y una semilla, como Ramona. Vean cómo crece, así florece su militancia, en la garganta de Carina: “Levantaremos la voz más fuerte que siempre, exigiendo la urbanización en cada barrio de América Latina”.