En el 40,9% de pobreza que ayer anunció el INDEC, hay historias como la de Tamara Mazzuquini y su familia, en La Veredita, Villa Soldati. La Organización Mundial de la Salud le dice que ella y sus seis hijos necesitan al menos 150 litros diarios de agua por persona para cubrir todas sus necesidades. Pero acá gritan, con todos los baldes vacíos, como tantas otras comunidades en todo el país, entre la pandemia y el hacinamiento. En el barrio no hay una conexión al servicio de agua y la respuesta estatal es un camión cisterna, ¡que no pasa cuando llueve! Y como Tamara, cientos de vecinas y vecinos corren riesgo hídrico: “Las veces que podemos juntar agua, tratamos de no usar tanto, reutilizamos el agua para tirar en el baño”. En el barrio se convidan unos litros, unas gotas cargadas en bidones, esperando respuestas en casillas muy precarias como la de ella, que ni siquiera tienen un tanque: “Los niños lo necesitan sí o sí. Imagínense que cuando viene el camión, lo primero que aprovechamos del agua es para bañarnos, todos. Y si no viene, no lo hacemos”.
Es vital que nadie quede afuera de construir la utopía de la nueva normalidad.
¡Que rebalse la empatía!
#ContagiáPotabilidad.