25 octubre, 2020
, CÓRDOBA

LOS SUEÑOS DE YAMILA NO DESAPARECEN

Yamila Cuello

El 25 de octubre de 2009, a sus 21 años, Yamila Cuello salió de su casa en el Barrio Coronel Olmedo, en Córdoba Capital. Iba a juntarse con amigos, pero nunca llegó. Y aunque hace 11 años se repite su nombre en las calles de los barrios populares, en los elegantes edificios de la Justicia sólo hay silencio.

Fue la segunda hija de Graciela, su mamá, quien le enseñó a ser fuerte y humilde. Era 2 años menor que su hermana Soledad, pero mayor que Karen y Nahuel. En su adolescencia, Yami era la más compradora y simpática; fiel a su bicicleta, iba a todos lados con una sonrisa de oreja a oreja; realizaba las compras para adultos mayores, era pura solidaridad: “Yo siempre la jodía diciendo que algún día iba a volver sin nada, de tantas cosas que daba”, dice Sole, quien la sigue buscando a fuerza de gritos y amor. Yami se aferraba a sus amistades como un árbol a la tierra, volviéndose una hermana más. Así lo cuenta Ramona Correa, su amiga del alma: “Andábamos juntas por todos lados, ella sabía que podía contar conmigo para todo”. Dueña de sus sueños, estaba terminando el secundario para luego asistir a una academia de baile y recibirse como profesora de danzas.

La causa está a cargo de la Justicia Federal N° 1 del Fiscal Enrique Senestrari, bajo la carátula de “trata de persona”, y tiene un único imputado: Néstor Simone, “quien la explotaba sexualmente y la violentaba”, comenta Sole, explicando que “la Justicia patriarcal no profundiza en esta hipótesis, aunque hayan indicios y testimonios”. Hoy, la Justicia quiere implantar la idea de que Yamila fue asesinada, aunque no haya aparecido su cuerpo, y que la causa pase al fuero provincial. Pero ni Sole ni su familia dan marcha atrás: “No me voy a cansar de exigir que se pongan todos los recursos a disposición para buscar a mi hermana”.

En este contexto, la familia asegura que la lucha para que aparezca Yamila hay que darla en las redes sociales, en Tribunales y en las calles. Entre lágrimas, nos abrazamos a la esperanza de encontrarla, mientras que la Justicia, hace 11 años, mira para otro lado.